En
los últimos años se observa un ligero crecimiento de la masa
ganadera en los llanos camagüeyanos, símbolo inequívoco de la
recuperación gradual de un sector que ocupa un lugar decisivo en la
vida económica de ese territorio y es parte misma del acervo
cultural de su pueblo.
El empeño de las autoridades, el aporte creciente del sector
cooperativo-campesino y el trabajo abnegado de los vaqueros de las
unidades estatales se ven ensombrecidos, sin embargo, con el
criminal proceder de matarifes y malhechores que no se detienen a la
hora de sacrificar, con afán de lucro, lo mismo una vaca recién
parida, que un añojo o un valioso semental.
Dicho delito, tipificado como hurto y sacrificio ilegal de ganado
mayor, marca una línea ascendente en el actual calendario, con una
incidencia negativa en los municipios de Guáimaro, Camagüey, Florida
y Jimaguayú, territorios que concentran el 61% de las cabezas
sustraídas en la provincia.
Entre las unidades más afectadas por el flagelo figuran, en lo
que va de año, las UBPC Las Delicias, Batalla de Jimaguayú, José
Martí y La Paz, y las cooperativas Triunfo de la Revolución, Combate
de Los Naranjos, Jesús Suárez Gayol, Cándido González, José Antonio
Echeverría, Octavio Aragón y Pepito Tey.
Tal situación constituye un alerta para los propietarios de
animales, quienes tienen la responsabilidad de protegerlos y,
además, establecer las medidas de cooperación pertinentes con las
fuerzas de la Policía Nacional Revolucionaria y las entidades
agropecuarias de cada zona para fortalecer la vigilancia colectiva.
Recientes análisis al respecto demuestran que buena parte de los
hechos delictivos han ocurrido de día en las áreas de pastoreo, lo
que pone de manifiesto un deficiente cuidado del rebaño y la
inoperatividad de los puntos de control ganadero establecidos en las
rutas que unen a varias entidades.
Se ha podido determinar que no siempre los ejecutores actuaron
desde fuera y, si lo hicieron, contaron con la complicidad de
alguien dentro de las propias unidades productivas.
Queda claro, entonces, que el resquebrajamiento de la guardia
obrera, el contubernio con los agentes de protección, la negligencia
administrativa y la falta de responsabilidad en la preservación de
bienes tan valiosos, constituyen hoy asuntos aún no resueltos en la
labor preventiva.
La calidad de la protección, unida al conteo sistemático del
rebaño, resultan, por tanto, elementos clave en el desempeño de los
propietarios, tanto estatales como privados, máxime ahora que nuevos
productores se incorporan al sector, tras recibir tierras en
usufructo, para dedicarlas a la cría de ganado y al acopio de leche.
La vida demuestra que allí donde son más eficaces las acciones de
enfrentamiento y se logra romper el actuar vandálico de los
matarifes y ladrones, se respira un mejor ambiente de control, las
cosas marchan por los cauces adecuados y, lo más importante, crecen
la producción y los beneficios para trabajadores y campesinos.
Queda, pues, cerrar filas hacia lo interno. Ello significa llamar
a capítulo a quienes tienen la obligación de cuidar los recursos
bajo su custodia y extirpar de raíz el falso concepto de "luchar",
como forma edulcorada de encubrir algo tan deplorable como lo es el
robo y su secuela de degradación moral.