Un recuerdo sexagenario

Los primogénitos argentinos

YOEL TEJEDA PÉREZ

"El país en pleno festejaba esa noche, como si la hazaña la hubiésemos conseguido todos los argentinos. La gente salía de los cines y con los diarios prendían miles y miles de antorchas."

Oscar Furlong, la estrella del equipo gaucho.

Así describió Eduardo Alperín, destacado periodista deportivo de esa hermana nación, aquella histórica noche del 3 de noviembre de 1950, en la que el elenco masculino albiceleste se alzó con el título del Primer Campeonato Mundial de Baloncesto.

En 1948, durante una reunión de la FIBA (Federación Internacional de Baloncesto), su secretario general, William Jones, formuló la idea de debutar con ese evento del orbe en 1950. Entre las razones por las cuales se escogió a Argentina como sede estuvieron la de ser una de las fundadoras de la FIBA y contar con un elenco que desempeñó un buen papel en los Juegos Olímpicos de Londres’48.

El entusiasmo por la organización del torneo reinaba en los argentinos. Eduardo Alperín rememora en uno de sus artículos: "Costó convencer a Ismael Pace —dueño del lugar— para que les alquilase el Luna Park. Octubre y noviembre eran dos meses fuertes para el boxeo. A regañadientes, Pace dio su aprobación y el Luna Park se vistió de gala".

Así, el 22 de octubre de 1950, aquel estadio abrió sus puertas a la primera cita mundialista del baloncesto, con diez equipos: España, Francia, Yugoslavia, Egipto, Estados Unidos, Argentina, Brasil, Chile, Ecuador y Perú.

El sistema de competencia favoreció a los locales, quienes llegaron invictos a la discusión del título frente a los estadounidenses, también imbatibles, aunque sin jugadores de la NBA, fundada en 1946. Así, los albicelestes triunfaron de forma convincente 64-50, y ganaron el metal dorado, el único para ellos hasta el momento.

Oscar Furlong fue "el cerebro" de los argentinos en esa edición, e integró el quinteto Todos Estrellas, al igual que su compañero Ricardo González. Tras el éxito, Furlong rememoraba detalles del choque final: "Seguimos las instrucciones del director técnico Jorge Canavesi, y los grandotes, que dábamos ventaja de estatura, en cuanto conseguíamos un rebote abríamos el juego para los tiradores. Así les ganamos, y en seguida se desató el festejo".

Seis décadas después, la hazaña de los sudamericanos perdura en el recuerdo.

 

| Portada  | Nacionales | Internacionales | Cultura | Deportes | Cuba en el mundo |
| Comentarios | Opinión Gráfica | Ciencia y Tecnología | Consulta Médica | Cartas| Especiales |

SubirSubir