Una
agradable sorpresa acercó el 22 Festival Internacional de Ballet de
La Habana a las tablas del teatro Mella: la presentación, de
estrellas del New York City Ballet, famosa compañía norteamericana
por ser heredera del patrimonio de George Balanchine y experta en su
estilo. Aunque está abierta a otros que pasearon por la escena
escoltados siempre de muchas ovaciones y gritos de ¡bravo!
Si bien el genio de George Balanchine es ampliamente conocido y
en nuestro país se ha visto algo de su repertorio, existe una gran
cantidad de creaciones de este autor que no se han mostrado nunca, y
que solo representa el NYCB en su teatro de Nueva York. Por tal
motivo, el espectáculo traído a La Habana significó una buena
ocasión para ensanchar la visión del espectador cubano a algo de lo
más cualitativo de la danza internacional.
Ocho bailarines, cuatro mujeres (Abi Stafford, Megan Fairchild,
Tiler Peck y Teresa Reichlen) y cuatro hombres (Andrew Veyette,
Tyler Angle, Jared Angle y Joaquín de Luz, el español que no pudo
actuar por una lastimadura de última hora en los ensayos) dejaron en
claro su clase, pues cada uno tiene una enorme personalidad y alto
nivel técnico, siempre con profundo respeto por su estilo base (balanchiniano)
y con auténtico disfrute por todo lo realizado. De contagiosa
simpatía son los excepcionales bailarines, quienes están
espontáneamente ligados a la danza y la música. Con pasmosa
ductilidad se lanzaron a la intrincada combinación de pasos típica
de aquel creador, donde se mezclan giros, saltos, pasos entrelazados
en un tempo veloz, pies que parecen flotar en el aire, con
virtuosismo sin par.
Entre las obras de Balanchine interpretadas estuvo Stars and
Stripes, que simboliza las barras y estrellas de la bandera
estadounidense, un dúo bailado por Megan Fairchild/Andrew Veyette,
que constituyó un momento desbordante de profesionalismo, y emociona
por la gracia de la figura femenina y el fervor y la alegría
masculinos, ambos personajes vestidos a la manera de los que
encabezan los desfiles del día patrio de Estados Unidos, pero
aunándole la destreza y el vuelo de la maestría en el ballet. En
Chaconne se manifestó el rigor compositivo del coreógrafo, su
gusto por la perfección de los cuerpos en el espacio y la sólida
base geométrica de un planteamiento que se mantiene vigente al paso
del tiempo. Abi Stafford y Tyler Angle lo interpretaron apoyando el
lucimiento de la concepción rectora del pas de deux: sólida
base académica y matizados acentos contemporáneos.
Fue precisamente la otra pieza de Balanchine: Who Cares?,
la que cerró el programa de la tarde. Muy diferente es aquí la
esencia, cuyo clima musical está dado por diferentes temas de
Gershwin. Aquí actuó todo el elenco en parejas, solos y escenas de
conjunto. Romanticismo y sensualidad salieron a flote cuando
bailaron The man I love; vértigo y espontaneidad en
Fascinating Rythm; aires de comedia musical en las acciones
grupales... Un swing que Balanchine sumó a la técnica clásica y que
habla del vibrante ritmo y el espíritu de la ciudad donde la
compañía tiene su sede, NYC, y que desbordó el teatro habanero de
aplausos cerrados. De la misma manera en que este creador ruso,
emergente de la escuela de San Petersburgo, despojó al clasicismo de
todo vestigio de efectismo para que fuera el movimiento puro el que
expresara los sentimientos y ánimos, en complicidad con la música,
así simplificó también el vestuario y otras concepciones.
Por la jornada pasaron con igual éxito una pieza emblemática de
Jerome Robbins: In the night, muy conocida en Cuba pues forma
parte del repertorio del BNC. Con música de Chopin, interpretada en
vivo por el pianista Leonardo Milanés, resulta una pieza agradable
visualmente, que muestra, según combinaciones diversas, los
sedimentados componentes de la técnica académica, muy bien
expresados por sus intérpretes, así como Liturgy, de
Christopher Wheeldon. En todas las obras emergieron el refinamiento
y la elegancia propios de este conjunto, en cada uno de sus
integrantes que serán largamente recordados como un excelente regalo
de otro Festival.