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El arroz no escapa a la crueldad del bloqueo
Juan Varela
Pérez
juan.pvp@granma.cip.cu
Por la influencia directa del bloqueo económico, comercial y
financiero impuesto a Cuba, casi desde el triunfo mismo de la
Revolución por sucesivos gobiernos de Estados Unidos, la producción
arrocera dejó de cosechar en la pasada campaña de frío 24 700
toneladas de ese cereal en cáscara y húmedo, o sea sin procesar.
 El
cerco económico influye también en la producción arrocera.
Este volumen tras procesarse representó 12 400 toneladas menos
para el consumo y causó una afectación económica de 7 600 000 USD,
que resultaron consecuencias directas de no sembrar en la etapa
invernal del 2009-2010 un área equivalente a 6 000 hectáreas.
Los especialistas del grupo Agroindustrial del arroz (GAIA), del
Ministerio de la Agricultura, explicaron a Granma que ello
obedeció a las dificultades confrontadas en la adquisición de
fertilizantes y plaguicidas, los cuales había que comprar en
mercados foráneos.
La demora en la llegada de esos imprescindibles recursos provocó
cancelaciones y atrasos en el tiempo de aplicación de tales insumos
a los campos arroceros.
Ningún sector productivo escapa a los cuantiosos daños que
ocasiona esta guerra silenciosa a la economía nacional. Hay
elementos de los que poco se habla y escribe, pero que son de gran
influencia. Por ejemplo, en el caso del arroz, el pago de flete en
exceso repercute directamente en los costos y en la estabilidad de
ese cultivo.
Las
limitaciones en insumos básicos dejan atrasos en la siembra.
Ante la negativa de las compañías navieras de tocar puertos
cubanos por temor a las sanciones que les impondría el departamento
del Tesoro de Estados Unidos al ponerlas en una lista negra e
impedir que arriben a puerto norteamericano en los seis meses
siguientes, nuestro país se vio obligado a destinar, solo para la
anterior campaña, 400 000 USD más de lo habitual como vía de
asegurar la llegada de parte de los suministros necesarios.
Acoso reiterado
Casos similares a este se repiten, pues todas las
administraciones estadounidense desconocen el reclamo mundial y los
acuerdos de la Asamblea General de las Naciones Unidas que
mayoritariamente, años tras año, reclama el cese de esta política
sistemática de agresión económica.
Este acoso para tratar de rendir por hambre y enfermedad a
nuestro pueblo no hace excepción con ningún alimento, máxime cuando
los patrocinadores saben que el arroz es un grano esencial y
tradicional en la dieta del cubano.
No escapan al cerco ni siquiera las piezas de recambio para los
equipos y máquinas dedicados a la siembra y cosecha. También las
consideran estratégicas.
Quienes
nos hostigan saben que el grano es esencial en la dieta cubana.
Los especialistas de la Agricultura y los cooperativistas,
campesinos y productores en general, conocen la necesidad que tiene
el país de acudir a otros mercados para adquirir diferentes tipos de
piezas, rodamientos, sellos, cadenas y variados repuestos destinados
a los secaderos y molinos de la industria de beneficio poscosecha.
A simple vista parece una gestión de puro trámite, pero en lo
económico el costo de esos insumos encarece un 30% al no poder
comprarlos en un mercado tan cercano como el de Estados Unidos. Los
análisis demuestran que entre el 2009 y el 2010 hubo que desembolsar
un aproximado previsto de 300 000 USD a causa de esta normativa.
¿Hasta cuando durará tal brutal hostilidad? ¿Que administración
de la potencia imperial será capaz de ponerle fin? preguntan
campesinos de diferentes empresas agropecuarias de La Habana. Sin
ser esta su especialidad, las entidades se empeñan en llevar
adelante la producción arrocera, garantizar el autoabastecimiento
del colectivo y de la comunidad y contribuir al programa nacional.
Similar reclamo se escucha entre grandes productores de Pinar del
Río, Granma y Sancti Spíritus, que no pocas veces ven limitadas sus
posibilidades de rendir más al no disponer del paquete tecnológico
que el arroz demanda; tenerlo incompleto o con retraso, por las
razones antes señaladas.
Igual suerte corren los técnicos e investigadores dedicados a la
atención y desarrollo de esa producción. Cuba está imposibilitada de
traer directamente desde Estados Unidos equipos y medios de
laboratorio de marcas prestigiosas y reconocidas.
El impedimento, que no hace excepciones, incluye a firmas
internacionales como Bates, Steinlite y otras que generan
elementos útiles y necesarios para mantener actualizada la industria
arrocera.
Recursos como los ya citados, que no son los únicos, hay que
adquirirlos en terceros países y pagar por ellos el doble de lo que
valdría importarlos desde los mercados norteamericanos.
Sabemos que los técnicos e investigadores de la Agricultura ponen
su mayor empeño en disminuir esas desventajas y no se dan por
vencidos, pero es innegable que hay carencias muy específicas
imposibles de sustituir.
La naturaleza genocida del bloqueo se ratifica en esta —quizás
para algunos parezca insignificante— negación de utensilios
destinados a laboratorios, decisión que obliga a pagar 200 000 USD
más de lo que costaría si se hubiesen contratado con vendedores
estadounidenses.
Obligados a hacer más con
menos
La excepcionalidad permitida de haber comprado al cash y
pagar por adelantado algunas partidas de arroz a productores
norteamericanos, no es posible sostenerlas por la presión financiera
que eso representa.
Ante la escalada de la crisis económica internacional, el ascenso
de los precios internacionales y la gradual desaparición de los
excedentes, Cuba, como otros países, está obligada a incrementar la
producción arrocera para garantizarle al pueblo ese alimento.
Pero a diferencia de otras naciones, nuestro país tiene que
vencer el escollo que significa la permanencia del bloqueo —que
lejos de aminorar, arrecia—, y asegura con dificultades los insumos
que el grano requiere.
De ahí la urgencia de aprovechar al máximo los medios y recursos
que puedan importarse, explotar mejor la experiencia y la
inteligencia de los productores y sacarle cada día más toneladas a
cada hectárea que sea sembrada.
Alcanzar la suficiencia alimentaria a corto o mediano plazo en el
marco de esta acción agresiva e intimidatoria en el orden económico,
exige aumentar la superficie cultivada y la productividad del área
dedicada al arroz.
No debemos olvidar que a 90 millas hay un enemigo brutal y
poderoso que, con su cerco, nos obliga a ser estrictos y celosos de
los medios que hoy se adquieren a un costo varias veces superior. |