Recordado en su tierra como el hombre que devolvió la esperanza a
la gente del campo y a los obreros de las ciudades, en un México
que, después de la Revolución, parecía estancado, así es evocado el
general Lázaro Cárdenas (21 de mayo de 1895 -19 de octubre de 1970),
militar y político, presidente de México del 1ro. de diciembre de
1934 al 30 de noviembre de 1940.
Este michoacano de origen humilde, dueño de un trato muy sencillo
y cordial, tuvo en vida más amigos que enemigos. Recibía en su casa
desde campesinos hasta altos funcionarios. Él dejó obras de
beneficio social que hicieron realidad el sueño de muchos de los que
pelearon en la Revolución Mexicana de 1910, con la cual vieron por
fin materializado el esfuerzo realizado durante los años de la
guerra.
Destacó, entre otras acciones de su gobierno, por la reforma
agraria, el tan anhelado sueño de Emiliano Zapata, y la expropiación
del petróleo en 1938, creando la Empresa de Petróleos Mexicanos
(PEMEX).
Trató de que avanzaran las clases trabajadoras, aumentando la
productividad y combatiendo el modo capitalista de distribución.
"Tata Cárdenas", como también se le conoció, ganó la simpatía de
muchos países al recibir a 456 niños huérfanos de la Guerra Civil
Española y, posteriormente, a más de 40 000 refugiados españoles,
quienes huyeron de la dictadura del general Francisco Franco.
Nuestro pueblo sintió siempre muy de cerca su amistad e
incondicional apoyo en la defensa de la Revolución cubana. Su firme
posición antimperialista, formada en el proceso de enfrentamiento
contra los mecanismos de dominación y subordinación impuestos a
México y al resto de América Latina, provocó su visión martiana
sobre el fenómeno del imperialismo en la región.
Cárdenas brindó su irrestricto apoyo al Movimiento 26 de Julio y
a su líder Fidel Castro Ruz, desde que organizaban en México la
expedición del yate Granma.
El 2 de agosto de 1956 ambos líderes tuvieron su primer
encuentro. De esta cita, el ex presidente mexicano comentó: "Fidel
es un joven intelectual de temperamento vehemente, con sangre de
luchador". Tres años más tarde, al intervenir en un acto en La
Habana, dijo que "la Revolución cubana ha despertado un hondo
sentimiento de solidaridad en todo el continente, porque la causa de
la Revolución es indivisible y es la causa de todos nuestros
pueblos, tan afectados por la opresión económica".