Cuidados intensivos para el método clínico
Ronald Suárez Rivas
PINAR DEL RÍO.— De tanto repetirse, el hecho se ha vuelto
costumbre. El paciente se sienta, describe qué lo hizo acudir a la
consulta, y sin apenas haber sido observado, sale con la orden para
realizarse los exámenes en los cuales se basará el dictamen.
Durante
el primer semestre del 2010, en Pinar del Río se realizaron 3 424
tomografías, 413 resonancias, 222 292 ultrasonidos y 2 835 894
exámenes de laboratorio.
Lo que la literatura define como análisis complementarios, poco a
poco se han convertido en un paso rutinario hacia cada diagnóstico.
Pero la dependencia de la tecnología, cada vez más enraizada en el
ejercicio de la medicina, no siempre resulta saludable para la
economía del país, ni para los enfermos.
Según los especialistas, además de elevar los gastos y provocar
la sobreexplotación de los equipos, someterse innecesariamente a
algunos exámenes también puede tener consecuencias adversas en las
personas. Por ello, reconocidos galenos de esta provincia insisten
en rescatar la aplicación del método clínico.
A grandes rasgos, ello consiste en el procedimiento a seguir
frente al problema de salud de un individuo, el cual debe partir
invariablemente de un interrogatorio y un examen físico.
"Sin embargo, suele violentarse ese orden", comenta el doctor
Rafael García Portela, especialista de segundo grado de medicina
interna y profesor de la Universidad de Ciencias Médicas de Pinar
del Río.
"Se indican primero los complementarios. El individuo llega con
un dolor abdominal y antes de interrogarlo, el médico le indica un
ultrasonido, cuando lo correcto sería palparle el abdomen, pues con
ello quizás sea suficiente para llegar al diagnóstico".
El precio de la
irracionalidad
El problema ha ganado terreno en los últimos tiempos. Así lo
confirma el doctor José Ángel Portal, viceministro de Salud: "Uno
aprecia un uso desmedido de los complementarios por la inadecuada
aplicación del método clínico".
"A veces no se conoce los inconvenientes de algunos exámenes. Los
complementarios, cuando no son necesarios, constituyen una puerta de
entrada de posibles enfermedades", asegura el doctor Antonio
Padovani, especialista de segundo grado de medicina interna del
Hospital Abel Santamaría.
Ese es el caso de la tomografía, una prueba en la cual la persona
recibe tantas radiaciones como si se hubiera realizado más de 100
placas de rayos X. "El simple hecho de pincharse una vena constituye
un riesgo, porque deja una abertura en la piel, el mecanismo de
defensa más importante que tiene el organismo para protegerse de
cualquier infección", añade Padovani.
Y aunque no se trata solo de una cuestión económica, Portal
señala el elevado costo de los análisis. Una tomografía, por
ejemplo, cuesta 293 pesos, una resonancia 325, un ultrasonido 60.
El origen
El método clínico surgió a la par de la medicina, cuando urgía
sanar a las personas y aún estaban muy lejos de inventarse los
medios que hoy respaldan el trabajo de los galenos.
Durante cientos de años, se basó exclusivamente en el diálogo con
el paciente, la inspección y la palpación de su cuerpo. Luego, a
finales del siglo XVIII se incorporaría la percusión y a inicios del
XIX la auscultación mediante instrumentos. A mediados del siglo XX,
con el desarrollo de las tecnologías, aparecerían nuevas y
sofisticadas herramientas que permitieron identificar y combatir las
enfermedades con gran efectividad.
A pesar de ello, los especialistas consideran que el factor
humano es insustituible, pues mediante un buen interrogatorio y un
examen físico adecuado, se logra hasta un 95% del diagnóstico.
Incluso, hay quienes afirman que el instrumento que más
dictámenes ha ayudado a hacer, es la silla donde el médico se sienta
a escuchar.
No es esa, sin embargo, la percepción de una buena parte de la
población. "Las personas piensan que la tecnología resuelve todos
los problemas y la piden en cuanto llegan. Incluso, algunos
consideran erróneamente que si uno no le indica un complementario,
no es un buen médico", añade Padovani.
Pero la realidad es otra. "La mayoría de quienes padecen dolor de
cabeza, por ejemplo, solicitan someterse a un encefalograma o una
tomografía, cuando son muy pocas las causas del dolor de cabeza que
aparecen en esas dos pruebas".
Un problema de la
medicina moderna
A escala internacional, el tema también despierta inquietud.
Entre los grandes problemas de la medicina moderna, numerosos
autores identifican el uso excesivo de la tecnología y el abandono
de la relación médico-paciente.
Una de las causas fundamentales sería la "capitalización" de la
salud, donde la práctica de orientar exámenes complementarios da la
posibilidad de cobrarle más a las personas.
"Al respecto, un estudio reciente de la Universidad de Harvard
arrojó que en los Estados Unidos, el 58% de los daños a los enfermos
podría evitarse con una correcta aplicación del método clínico",
asegura el doctor Padovani. "Por tanto, este es un fenómeno propio
de la modernidad y de los países capitalistas de-sarrollados".
El hecho de poseer un sistema de Salud totalmente gratuito, con
una amplia red de hospitales y policlínicos dotados de un
equipamiento de avanzada, incluye a Cuba dentro de esa tendencia.
"La tecnología ha traído grandes ventajas para las ciencias
médicas, pero con el tiempo nos hemos vuelto demasiado dependientes
de ella", considera la doctora Marisel Marín, directora de Salud en
Vueltabajo.
Con el propósito de revertir la situación, en el territorio han
empezado a implementarse diversas acciones. El mayor énfasis recae
en la formación de los profesionales. "Hoy se trabaja intensamente
en la acreditación de los escenarios docentes y en la preparación
metodológica de los profesores", explica Marisel.
De conjunto con la Universidad de Ciencias Médicas, también se ha
puesto en práctica un programa de superación dirigido a los médicos
graduados y a los directivos del sector.
Al mismo tiempo, se insiste en la importancia de que las
diferentes estructuras establecidas en hospitales y policlínicos
para velar por la calidad de la atención a los pacientes, cumplan su
cometido.
El profesor García Portela advierte que no se trata de una
rebelión contra los análisis complementarios, sino de usarlos
racionalmente.
De tener éxito, ello ayudaría a hacer sostenible el sistema de
salud; pero la aplicación consecuente del método clínico implica,
además, preservar la imagen de la medicina cubana, esa que el mundo
entero reverencia por su carácter humano. |