"La primera foto la tomé con apenas cinco años de edad en mi
natal pueblo de San Antonio del Río Blanco del Norte, en Jaruco.
Cogí la cámara de cajón de un tío mío y retraté un carrito amarillo
de juguete que estaba junto a un barquito. Para sorpresa de la
familia, cuando llevaron el rollo a revelar, la que yo tiré salió
bien. Tengo la satisfacción de conservarla hasta el día de hoy."
Aquel hecho casual marcaría el nacimiento de una gran afición por
esta práctica hasta convertirla en su principal pasatiempo. Cuenta
que tuvo casi todos los tipos de cámara disponibles en el país
durante las décadas de los 60 y 70 del pasado siglo, incluyendo las
emblemáticas Zenit, de procedencia soviética.
"Me gustaba tanto que aprendí a revelar mis propias fotos. Más
adelante, cuando estudié en la antigua Unión Soviética, empecé a
hacer videos y algunos documentales con una camarita de ocho
milímetros, los cuales editaba también."
Según
cuenta Rubiera, le encanta fotografiar las puestas de Sol, los
amaneceres, ciudades, la gente común, y todo lo relacionado con el
paisaje natural, las aves, el mar y el cielo. No le gusta usar el
flash porque suele dar sombra. Prefiere retratar a las personas de
manera espontánea, sin que ellas sepan que lo está haciendo.
La cámara lo acompaña a todas partes y está a la caza de cuanto
detalle pueda brindarle una buena foto, aunque paradójicamente
dentro de su amplia colección falta la correspondiente al azote de
un huracán, pues en ese momento solo "tengo ojos para seguir la
trayectoria y evolución del fenómeno".
Más allá de su notable interés por la fotografía, el doctor José
Rubiera fue fundador de Radio Jaruco alrededor de los años 1969 o
1970, y allí hizo un programa para jóvenes.
Además de la locución, ponía la música, se encargaba de los
efectos especiales, y realizaba entrevistas en la calle.
Luego trabajó durante un tiempo en una revista cultural dedicada
a los CDR, la cual salía al aire en la misma emisora. No vacila en
afirmar que si se lo propusieran y tuviera tiempo se atrevería a
conducir algún programa, lo mismo en la radio, que en la televisión.
Revela que aunque le gusta el baile, "el ritmo no me fluye para
los pies", pero eso no le impide ir de vez en cuando a las
discotembas con su esposa Yamily, y algunas amistades.
Disfruta la vida en familia, en particular el momento de comer
todos juntos sentados a la mesa, para después compartir los
acontecimientos del día. Asume cualquier labor doméstica en el
hogar, aunque su compañera no duda en calificarlo de verdadero
maestro en el "arte" de freír papas o plátanos, algo que hace con
mucho celo.