Como
todo en la vida, los espectadores de cine también tienen una
estatura.
Muñequitos, comedias y filmes de acción se encuentran en el
origen de todo crecimiento, lo que no quita para que tales géneros,
bien concebidos, sigan gustando hasta el último parpadeo.
Hay espectadores que, luego de ese primer acercamiento, apenas
crecen y más bien se pasman entre las urdimbres del espectáculo
banal: pueden ver trescientos filmes donde aparezcan las mismas
escenas de ametrallamientos, o choques de carro y, sin embargo,
nunca les faltará el eufórico ¡ñooooo, qué bárbaro!
El espectador que en el choque veinticinco, o posiblemente antes,
se dé cuenta de que le están repitiendo la misma cucharada fílmica,
e incluso, llegue a aburrirse, traspone los umbrales de una nueva
estatura.
Allí podrá permanecer de por vida ("lo mío es una cierta
complejidad de la trama, pero nada que me haga pensar demasiado") o,
por lo contrario, dispararse en pos de la próxima talla.
Una nueva dimensión del gusto y del placer estético que
—contrario a lo que algún que otro lector pueda estar pensando— no
la determina el ver solo "la creme de la creme", esos filmes de un
alto valor intelectual signados por el riesgo artístico.
La máxima estatura en el cine la decide el poder dictaminar lo
que se está viendo en cada momento y ajustarse, o no, a la propuesta
que hace el director sin caer en sus trampas —a veces muy bien
elaboradas— de fácil consumo, o, por lo contrario, de pretensión
intelectual detrás de la cual no hay absolutamente nada.
Comparando y pensando, uno puede relajarse y hasta disfrutar
cualquier filme, aunque sea para criticar (o reírse) de sus
defectos, o reprocharle al director haber perdido una buena
oportunidad argumental en aras de satisfacer una amplia taquilla
internacional, conformada por espectadores que nunca terminaron de
crecer, entre otras cosas porque el consumo manipulado y la
publicidad se lo impidieron.
Lo que sería igual a decir que uno crece viendo películas, pero
no dejando el cerebro junto a los zapatos que a ratos se quita para
estar más cómodo.