No
son muchos entre nosotros los que se atreven con el teatro musical,
a partir de sus códigos establecidos. Y menos los que encaran el
reto de probar que esa expresión escénica puede dialogar con el
público de hoy a partir de nuestra propia realidad. A su modo,
Alexis Vázquez lo ha venido haciendo, contra viento y marea, en el
teatro América. Ahora, desde las tablas del teatro Mella, Yolena
Alonso acaba de lanzarse a fondo con Bésame mucho.
La
base de Yolena para esta empresa es su compañía Yoldance, con más de
una década de ininterrumpida labor y exitosa presencia en exigentes
escenarios alemanes, como el Deutscher Theater, de Munich, y el
Schiller, de Berlín.
Pero si hasta ahora sus espectáculos respondían al corte de las
revistas de variedades, muy vistosas y facturadas con una explosiva
combinación de profesionalismo y vehemencia, ahora la joven
coreógrafa se decantó por la comedia musical.
No hay demasiadas complicaciones en los planteamientos
dramatúrgicos, más bien previsibles. La construcción y el desarrollo
de los personajes encajan en una visión tópica del barrio habanero,
con un tórrido romance de por medio. ¿Acaso no era así en nuestra
escena vernácula? La novedad reside en que nos llega desde las
tablas una versión fresca de avatares cotidianos, en la que se
dibujan gestos, actitudes y una dinámica propia de los días que
corren. Más que la trama, Bésame mucho es el retrato de una
atmósfera y una sensibilidad.
La coherencia de la puesta en escena, el cuidado en la
composición coreográfica, el equilibrio entre racionalidad y belleza
de la escenografía, la eficacia de una banda sonora a la que
contribuyeron Saúl Valdés, Ernesto Cisneros, Ernesto Blanco y
Cristian y Rey Alonso y la empatía entre actores (el público
descubrió en esta nueva faceta a Lieter Ledesma y Yadier Fernández),
bailarines y músicos, determinaron la atractiva fluidez de la
representación.
Buen tanto a favor fue el reciclaje del emblemático bolero de la
mexicana Consuelo Velázquez —Bésame mucho ha pasado a ser un
estándar de la música latina— arropado por la más diversa y
fusionada gama de los sonidos actuales. Y también, como en la
tradición vernácula, se escuchó lo último que Cristian y Rey, la
nueva generación de Pachito y sus Kini Kini, tienen sembrado en el
oído de los jóvenes.