Un conversatorio para evocar la vida y obra de Celia Sánchez
Manduley tuvo lugar este viernes, en l ciudad de La Habana,
organizado por la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de
Estado, sitio donde la revolucionaria desempeñó un importante papel.
Eugenio Súarez Pérez, director de la institución, recordó que el
homenaje a la flor más autóctona de la Revolución, comenzó con un
trabajo voluntario en el centro y prosiguió con actividades
políticas y culturales, que ella acostumbraba a incentivar.
De Magalys, Nieves y otros muchos se escucharon anécdotas que
mostraron la personalidad sencilla y justa de Celia, su apego
infinito a la Revolución Cubana y el entrañable cariño y respeto que
sentía por Fidel.
Jefa, amiga, mujer y madre fueron algunos de los calificativos
que más se escucharon entre los oradores, quienes en sus testimonios
expresaron la grandeza de esta mujer humilde y consagrada.
Celia es entonces más que una jornada, un día a día, expresó
Suárez Pérez a la AIN.
Dijo que aunque su cumpleaños 90 sería este domingo nueve de
mayo, Celia es una mujer que se mantiene viva entre los trabajadores
de la Oficina, su cuadro siempre está acompañado de flores frescas.
Agregó que su recuerdo es eterno entre los compañeros de trabajo
y también en el pueblo.
Celia nació en Media Luna el nueve de mayo de 1920 y murió en La
Habana el 11 de enero de 1980, víctima de cáncer.
Desde pequeña estuvo influenciada por el pensamiento martiano.
Una de las más destacadas protagonistas dentro del Movimiento 26 de
Julio, de las primeras mujeres en empuñar las armas durante el
proceso revolucionario.
Junto a Fidel participó en diversos combates y al triunfo de la
Revolución desempeñó numerosas responsabilidades hasta su deceso.