La presencia de las flores por el Día de las Madres deviene una
de esas tradiciones que varió con los años en Santa Clara, pero
pervive según los rasgos de cada generación.
Marta Anido, investigadora de la cultura popular en la ciudad,
relató a la AIN que varias décadas atrás el segundo sábado de mayo
se efectuaba el Baile de las flores, donde algunos jóvenes danzaban
sones, danzones y valses, costumbre vigente en algunos municipios de
Villa Clara.
Una gran verbena por el advenimiento de tan importante día,
agregó, comenzaba en el horario nocturno, para cuando las vidrieras
de la ciudad estaban ya decoradas con las más diversas iniciativas,
los maniquíes se colocaban de manera que representaran la familia
unida y no faltaban las flores.
Anido rememora, además, que al parque Leoncio Vidal concurrían
muchos vendedores de claveles, y las personas compraban, tanto
blancos como rojos, para denotar si las madres habían fallecido o
estaban vivas.
Las manualidades eran muy comunes por esta fecha, agregó, los
niños realizaban postales y cestos con cintas, y por la mañana
acudían junto a la mamá para entregarle las sorpresas y se vestían
con telas iguales a las que ellas usaban.
El rescate de algunas de estas tradiciones resulta fundamental,
subrayó, pues con ello la ciudad salvaguarda valores como la
sencillez, la sinceridad y la humildad, que a veces se pierden con
las intenciones de dar un obsequio caro.
Rosas, gladiolos, girasoles, margaritas, no faltan para la
entrega de un regalo en la conmemoración, detalle que provoca que
mayo se convierta doblemente en el mes de las flores, por cuestiones
de la naturaleza y por el Día de las Madres.