La
ley antiinmigrantes que acaba de aprobar la gobernadora del estado
de Arizona es una expresión más de racismo, xenofobia, humillación y
todo lo que se le quiera colgar a una historia que tuvo su momento
más cruel cuando entre 1846-1848, Estados Unidos despojó a México de
dos millones de kilómetros cuadrados de su territorio, o lo que es
igual, la mitad de la nación azteca.
Primero fue la anexión de Tejas en 1845, que provocó la llamada
guerra Mexicano-Americana, y su final, el asalto al castillo de
Chapultepec, con lo que se perpetuaba la ocupación, a través del
llamado Tratado de Guadalupe Hidalgo rubricado el 2 de febrero de
1848. Estados Unidos se apoderaba de la totalidad de lo que hoy son
los estados de California, Arizona, Nevada y Utah, y parte de
Colorado, Nuevo México y Wyoming.
Para hacerlo más humillante, y como compensación, Estados Unidos
pagaría 15 millones de dólares por daños al territorio mexicano
durante la guerra.
Hoy, los habitantes de estos estados y en particular los de
Arizona, viven con la tensión perpetua de ser perseguidos,
arrestados sin motivo alguno, u objeto de violencia de grupos de
extrema derecha, esos que se encargan de la "patriótica" misión de
asesinar a inmigrantes que deambulan en medio del desierto
fronterizo.
La ley SB1070 de Arizona la promulgó el pasado viernes la
gobernadora Jan Brewer, en medio de la crítica generalizada por su
carácter racista y xenófobo.
Esta medida es parte de las contradicciones políticas de Estados
Unidos y del incremento de la discriminación racial en ese país.