Era el 29 de marzo de 1990. En el aeropuerto internacional José
Martí, de La Habana, todo estaba dispuesto para la llegada de los
primeros niños afectados por el accidente nuclear de Chernobil, que
eran traídos para recibir asistencia médica.
Cuando el avión apagó sus motores y la puerta de salida se abrió,
todos miraron con asombro y expectación. Allí estaba Fidel, que
había acudido a recibirlos y asegurarles que en Cuba siempre
encontrarían la solidaridad de su pueblo y su Gobierno
revolucionarios.
Llegaban los primeros 139 menores portadores de diferentes
enfermedades oncohematológicas.
Comenzaba a abrirse una de las páginas más humanas que recuerde
la historia.
Hoy, esa idea de Fidel y su permanente presencia, reafirmación de
su humanismo, son reconocidas en todo el mundo.
Veinte años después, 24 471 enfermos, de ellos 20 419 niños, han
recibido atención médica en Cuba, donde gratuitamente se ha puesto a
su servicio, desde lo más avanzado de la ciencia médica, hasta lo
más humano de hombres y mujeres, médicos, psicólogos, enfermeras,
asistentes, maestros e instructores deportivos...
Cuba es el único país que organizó un programa integral de salud
masivo y gratuito para la atención a los afectados por el accidente
nuclear de Chernobil.
Los niños viven en la antigua ciudad escolar de Tarará, a unos 20
kilómetros al este de la capital, en una villa cercana a la playa,
donde reciben atención médica, asisten a una escuela con profesores
ucranianos y realizan actividades deportivas y culturales.
En Ucrania trabaja un equipo de médicos cubanos, que tiene la
responsabilidad de ir seleccionando los casos que viajan a la isla.
En hospitales cubanos se han realizado seis trasplantes de médula
ósea, dos de riñón, 16 cirugías cardiovasculares y más de 600
operaciones neurológicas y ortopédicas a pacientes afectados.
De los que han viajado a Cuba, más de 300 han sido pacientes con
enfermedades hematológicas, y de ellos 124 con leucemia.
El mérito de este programa es compartido por diferentes
instituciones de salud como los hospitales pediátricos William
Soler, Juan M. Márquez, Centro Habana y Pedro Borrás; el Clínico
Quirúrgico Hermanos Ameijeiras; el Complejo Ortopédico Frank País;
el Instituto de Hematología, y el Cardiocentro infantil, que realizó
14 operaciones de corazón a niños con malformaciones congénitas
complejas. También el Centro de Protección e Higiene de las
Radiaciones.