¡Salvar a San Felipe!

Miguel Febles Hernández

Años de ingentes esfuerzos y realizaciones se vinieron prácticamente abajo, cuando a comienzos de abril del presente año un incendio de grandes proporciones devastó el macizo San Felipe-Los Joberos, la mayor reserva forestal de la provincia de Camagüey y uno de los tres mejores sitios de Cuba para la plantación de pinos, además de Topes de Collantes y Baracoa.

 Fotos del autorDel bosque al aserrío portátil: la brigada espirituana aprovecha hasta el último minuto de claridad en el procesamiento de la madera.

La sequía acumulada, la velocidad de los vientos, la cantidad de material combustible y la compactación del macizo propiciaron la rápida propagación del fuego, que llegó a tomar un frente de más de diez kilómetros de extensión y mantuvo ardiendo la meseta durante 14 días, a pesar de la rápida movilización de recursos para cercar el incendio, controlarlo y lograr su extinción.

"Fue, en definitiva, una sucesión de tres incendios —aclara Joaquín González Acosta, director de la Empresa Forestal Integral de Camagüey— que dañaron unas 12 000 hectáreas de superficie, de ellas 9 760 de patrimonio forestal y una evaluación de grave a 1 253 hectáreas de bosques, que dejó más de 161 000 metros cúbicos de madera afectada.

Los caminos de San Felipe son testigos del incesante trasiego de madera y de posturas para los diferentes frentes de labor.

"Mucha gente, dejada llevar por el pesimismo, pensó que se había perdido la meseta. Sin embargo, los trabajadores forestales tenemos la obligación de recuperar el bosque para bien de las próximas generaciones. Esa es nuestra misión y la vamos a enfrentar con la cooperación y la integración de otros organismos del territorio y del país".

UNA HISTORIA RECIENTE

El macizo San Felipe-Los Joberos cuenta hoy con una superficie total de 24 756 hectáreas, todas dedicadas a la producción forestal, y abarca parte de los municipios de Camagüey, Esmeralda y Florida, en una franja que alcanza 33 kilómetros de largo y una media de diez kilómetros de ancho.

Junto a la tala y extracción de madera, marchan al unísono las labores de siembra de nuevas áreas.

Nelson Figueroa Morell, jefe del Servicio Estatal Forestal Provincial, aporta valiosa información acerca del surgimiento y desarrollo de esta zona, que en su momento de mayor esplendor llegó a estar cubierta casi en un 50% de plantaciones artificiales de coníferas, eucaliptos y otras especies:

"En 1962 se montó un experimento con cuatro variedades de pino para evaluar su nivel de adaptación a este lugar, estudio que permitió hacer, en 1967, la primera plantación con Pinus caribaea, que fue el que mejor se adaptó, procedente de Pinar del Río. Tres años después, luego de la creación de la Estación de Investigaciones Forestales, comenzó a materializarse el plan de desarrollo perspectivo de la meseta.

"La mayor parte de los suelos de esta zona son excelentes para la siembra de pinos, lo que permitió ejecutar entre 1972 y 1989 un programa intensivo de silvicultura en el macizo, que llegó a acercarse a las 15 000 hectáreas cubiertas de coníferas. Este nivel de plantaciones, por supuesto, se redujo considerablemente durante el periodo especial, limitándose solo a restituir las áreas que habían sido taladas o quemadas.

"Ya le digo: San Felipe-Los Joberos llegó a ser el tercer macizo forestal artificial de Cuba y aportó madera, a partir de la década de los noventa, no solo a Camagüey, también a las provincias de Ciego de Ávila y Las Tunas, para enfrentar los programas económicos y sociales de esos territorios".

SE LEVANTA LA VOLUNTAD NACIONAL

Salvar a San Felipe se ha convertido, por tanto, en la motivación principal de los cerca de 130 trabajadores que, provenientes de seis empresas forestales del país (Sancti Spíritus, Villa Clara, Ciego de Ávila, Las Tunas, Granma y Holguín) y de ocho municipios camagüeyanos, se mantienen en la zona para acelerar las labores de tala, extracción y procesamiento de los árboles afectados por el fuego.

Desde comienzos de octubre cobró fuerza el operativo, con un incremento sustancial del ritmo de trabajo, a partir de una mejor organización de las brigadas y la incorporación de 40 equipos de tiro e izaje, además de cuatro aserríos portátiles traídos desde las provincias de Villa Clara, Granma y Sancti Spíritus.

"Aquí estamos desde junio y nos mantendremos hasta tanto seamos útiles", asevera Osmany Vidal Gallardo, el jefe de la brigada espirituana, mientras verifica la calidad de la madera aserrada por sus hombres, quienes a punto de caer la noche todavía se mantienen en sus puestos de labor.

Un poco más alejada, la brigada de Ciego de Ávila prepara un nuevo embarque de bolos hacia ese territorio vecino, tras una agotadora jornada en la que el operador de motosierra José Antonio Rodríguez Riverón taló más de 300 pinos dañados, algo que, comenta en tono jocoso, le resulta más fácil que dejarse dirigir por Reina Basulto Portela, su jefa y cocinera.

Completan el pequeño colectivo avileño, el operador de DT-75 José Torres Salas, el amarrador Glicerio Salas Santos y el linguero Raúl Granda Martínez quien, todavía con el tizne impregnado en el cuerpo, confiesa al periodista que "el trabajo no es nada fácil, pero hay que hacerlo, porque esa cantidad de madera no se puede perder".

Similar criterio comparte Félix Batista Solís, el jefe de la Unidad Básica Forestal de San Felipe, un profundo conocedor de la zona que se enorgullece de mostrar al visitante el área de Valle Viejo, una de las partes más bellas del macizo, donde se conjugan el fuerte verdor de vigorosos pinares sembrados en el 2005 con las aguas apacibles de la Presa Pontezuela.

"Este valle quedó degradado totalmente —asegura Félix— como consecuencia de incendios anteriores y se ha ido recuperando sin ningún tipo de mecanización, solo con el trabajo manual de los hombres en las tareas de siembra artificial y en el tratamiento silvicultural a las áreas que crecen por regeneración natural".

NO SOLO TALAR Y TALAR...

Esa es la estrategia que se sigue en el macizo San Felipe-Los Joberos: además de rescatar la madera dañada, resulta vital avanzar a pasos acelerados en la recuperación de los bosques maduros y en el restablecimiento gradual de las áreas de fomento.

Entre otras acciones, el programa en marcha prevé, además, cubrir las necesidades de fuerza laboral, reparar 60 kilómetros de caminos, restablecer todo el sistema de protección y de comunicaciones, y mejorar la atención integral de los trabajadores forestales.

"El cumplimiento de tales medidas —explica Joaquín González Acosta, director de la Empresa Forestal Integral de Camagüey—, permitirá tener unas 1 000 hectáreas en sucesión cada año, para tratar de buscar unas 5 000, o quizás más, hasta el 2015. Solo así demostraremos que es posible salvar y darle vitalidad nuevamente a la meseta".

 

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