Bahía de La Habana

Que la contaminación siga en cuenta regresiva

Orfilio Peláez
pelaez@granma.cip.cu

Descubierta en 1509 por el marino español Sebastián de Ocampo, históricamente la Bahía de la Habana estuvo muy vinculada al desarrollo de la ciudad, al ser durante varios siglos la principal puerta para el intercambio comercial del país con el mundo exterior.

foto: Otmaro RodríguezLa reaparición de las aves, uno de los signos más evidentes de la recuperación ambiental de la rada capitalina.

Como resultado del lógico crecimiento de los núcleos poblacionales, y de la actividad industrial y de servicios asentada en sus inmediaciones, el trasiego de barcos, y el colapso de un obsoleto sistema de alcantarillado (fue concebido para unas 600 000 personas), fundamentalmente, a finales de la década de los 80 del pasado siglo la rada habanera apareció en la lista negra de las más contaminadas del Gran Caribe y del mundo.

Tal situación motivó que en junio de 1998 y por acuerdo del Consejo de Ministros, se creara el Grupo de Trabajo Estatal para el Saneamiento, Conservación y Desarrollo de la Bahía de La Habana (GTE-BH), principal artífice del programa de rescate ambiental de ese ecosistema, incluida la totalidad de su cuenca hidrográfica y la zona costera aledaña.

Hoy es uno de los escenarios más representativos del duro y complejo batallar que se libra para frenar de manera irreversible la degradación del entorno capitalino y avanzar hacia un modelo de sociedad verdaderamente sostenible.

APUESTA POR EL ENTORNO

El ingeniero Santiago Reyes Pérez, director adjunto del GTE-BH, afirmó a Granma que a pesar de algunas dificultades, se mantiene la tendencia general al mejoramiento de la calidad de las aguas de la bahía.

foto: Yaimí RaveloLa educación ambiental de los ciudadanos es vital para evitar escenas como la mostrada en la gráfica.

Muestra de ello es que la carga contaminante de origen industrial, aportada por las 98 fuentes inventariadas que tributan sus desechos a la rada, disminuyó en un 56% durante la última década, mientras aumentaron los niveles de oxígeno disuelto en agua (principal indicador de la recuperación), al pasar de menos de 3 miligramos por litro en 1998, a una media de alrededor de 5 mg/l, en el 2008, umbral mínimo permisible para la vida marina, precisó.

Si bien en el transcurso de ese periodo ocurrió un gradual descenso de la presencia de hidrocarburos en el agua, a partir del 2006 hubo un incremento en los derrames de esos compuestos procedentes de la Refinería Ñico López, atribuido al deterioro e ineficiencia del sistema de tratamiento existente.

Además de perjudicar las operaciones de la bahía, lo anterior trajo consigo mayores erogaciones en divisas por la limpieza de los cascos de los buques tanqueros manchados de petróleo, que allí atracaban.

Esa vital industria, apuntó el ingeniero Santiago, puso en marcha un grupo de acciones que permitieron revertir la crítica situación generada por los mencionados vertimientos. Actualmente laboran en un proyecto dirigido a disminuir al mínimo posible la contaminación atmosférica asociada a las emisiones de las calderas.

A la vista de quienes transitan con frecuencia por la Avenida del Puerto, es más perceptible desde hace un tiempo la existencia de objetos de todo tipo en la superficie cercana a las márgenes del ecosistema.

Según refiere Yosvany Simón, director de Prevención y Saneamiento del GTE-BH, ello obedece a que los dos equipos especializados en la recogida de sólidos flotantes, pertenecientes a la Empresa de Saneamiento Marítimo y Portuario, del MITRANS, estuvieron casi un año fuera de servicio por rotura. Ya uno de ellos pudo repararse y retornó de inmediato a sus funciones, acotó.

Es oportuno señalar que a través de los ríos Luyanó, Martín Pérez y Arroyo Tadeo, la Bahía de La Habana recibe a diario importantes volúmenes de residuales líquidos y sólidos de origen doméstico e industrial, a los cuales se suman los tributados por más de una decena de drenes pluviales, fundamentalmente los de Agua Dulce, Matadero y San Nicolás.

Como señala el ingeniero Santiago Reyes, una de las principales obras que se ejecutan para mejorar la higiene ambiental de la rada es la construcción de la planta de tratamiento de las aguas residuales que proceden del municipio San Miguel del Padrón, ubicada en Vía Blanca y Melones.

foto: Yaimí RaveloSegún refiere el ingeniero Santiago Reyes, la Cuenca Hidrográfica de la bahía de La Habana abarca 10 municipios con una población aproximada de 900 000 habitantes.

A pesar de los promisorios resultados alcanzados por el GTE-BH en su titánica labor de sanear la bahía, buena parte del perímetro costero exhibe las "huellas oscuras" dejadas por sucesivos derrames de hidrocarburos ocurridos en épocas pasadas, lo cual puede apreciarse nítidamente cuando la marea baja.

Para tranquilidad de los capitalinos, los tiempos más críticos del deterioro ambiental del célebre espejo de agua parecen haber quedado atrás, pero la complejidad de los trabajos y el alto costo de algunas inversiones imprescindibles demandan plazos largos en su ejecución.

En opinión de los especialistas, si no se rehabilita y aumenta la capacidad del alcantarillado central de la ciudad, nunca podrá lograrse el saneamiento definitivo y permanente de la bahía. Quizás sea ese el reto más difícil de asumir para que la contaminación siga en cuenta regresiva.

La rada capitalina ocupa un área de 5,2 kilómetros cuadrados, tiene una extensión de costa interior de 18,6 km, y su profundidad media es de 9 metros. Como parte de los trabajos dirigidos a su saneamiento y mejora del paisaje, en los últimos diez años se han extraído del lugar 65 embarcaciones hundidas o semihundidas, y 540 pilotes. Por los resultados alcanzados, el Grupo Estatal para el Saneamiento, Conservación y Desarrollo de la Bahía de La Habana, mereció este año el Premio Nacional de Medio Ambiente. Esencial ha sido la colaboración de numerosos organismos nacionales, así como de agencias especializadas, gobiernos y entidades de Alemania, Canadá, Japón, Italia, Suiza, España y Bélgica, además del Fondo Mundial para el Medio Ambiente, y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

 

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