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Un lugar para todos en el mundo de Diago

OCTAVIO BORGES PÉREZ

Un lugar en el mundo, la más reciente exposición del joven artista Roberto Diago, abre los espacios de inclusión a todos los seres del Universo.

Para acercarnos a esa área ecuménica y simple, basta por estos días llegarnos a la galería Villa Manuela, de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba en la capital cubana.

Sigue sorprendiendo Draguito, con su sabio manejo de las materias aparentemente divorciadas del arte, y aún más, con la concepción filosófica que sustenta su obra.

"Un lugar en el mundo trata del individuo como un espacio de paz, de una nueva realidad más allá de los conflictos, las frustraciones y la sangre", declaró a la AIN este inquieto y certero hacedor de esas utopías que nos permiten vivir sin tanto lastre anclado a la negatividad.

Esta vez, Diaguito se centra en la madera, las ramas ensambladas, las incisiones y el lienzo concebido desde otra perspectiva, para ahondar en los conflictos esenciales del hombre y la necesidad de la convivencia armónica.

En el centro está la casa, como árbol primigenio a partir del cual se tejen todo el universo individual y social y los elementos cotidianos y esenciale, desde los cuales pueden crearse los más puros símbolos y derroteros hacia donde encaminar el proyecto de vida de cada quien.

Frases talladas en la madera, asfaltil como elemento predominante en las obras, uso del fuego para dejar la huella provocadora de horizontes y una sutil ambigüedad para no dársela de "gurú iluminado con la túnica verdad", nos hacen reflexionar acerca de la capacidad de todos para armonizar.

Y ojo, porque Diago no renuncia a la lucha por lo que cree justo y necesario, porque no niega los conflictos, sino que el tiempo y la experiencia lo llevaron hacia ese punto de sabiduría, en el cual -para intentar cambiar la realidad- basta con lo cotidiano y con lo que a manos tenemos.

Un lugar en el mundo, desde lo aparentemente sencillo, desde unas manos y mente jóvenes y sabias, nos invita a reflexionar en esa posibilidad abierta al ser humano, de convivir con lo diverso, apelando a lo elemental y a aquellas cosas que de veras nos unen.

 

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