La
primera vez que conversamos con Evo Morales en una fría noche paceña
del invierno austral del 2008, uno de nosotros, tras conocer la
fecha de nacimiento de nuestro anfitrión, observó: "Ese mismo día
Fidel en La Habana convocaba al pueblo a crear las Milicias
Nacionales Revolucionarias". El Presidente boliviano asintió, y
luego de un breve silencio acotó: "Eso quiere decir que también soy
miliciano".
Cincuenta años después de haber nacido el 26 de octubre de 1959,
Evo llegará a su aniversario seguramente enfrascado en una de sus
habituales jornadas. Se levantará a las cuatro de la madrugada,
despachará los primeros asuntos una hora después y se sumergirá en
una vorágine de trabajo que transcurrirá hasta bien entrada la
noche.
Tal
vez viaje a algún punto de la geografía boliviana a inaugurar una
obra, supervisar un programa, dialogar con los pobladores, corregir
perspectivas, deshacer entuertos, y vislumbrar nuevas posibilidades
para los suyos.
Desde enero del 2006, Evo es el presidente de todos los
bolivianos. Alcanzó la primera magistratura con más del 53 % de los
votos y fue ratificado en el referendo de agosto del 2008 por una
abrumadora mayoría.
En las elecciones del próximo 6 de diciembre, primeras que se
realizarán bajo la nueva Constitución Política del Estado, no se
avizora otro candidato que pueda desplazarlo. Por Evo habla una obra
inédita en la historia del país en materia de justicia social,
incentivos productivos, educación y salud. Cuenta la dignidad
recuperada de un pueblo que dispone, al fin de los beneficios de la
explotación de los recursos hidrocarburíferos y minerales. Y la
dignidad de los descendientes de los pobladores originarios —aymaras,
quechuas, guaraníes y otra treintena de comunidades étnicas
autóctonas—, que con su gobierno han pasado de la invisibilidad y la
negación largamente padecidas al protagonismo de una gesta
colectiva.
El senador Antonio Peredo, quien también ejerce el análisis
político en medios de comunicación, nos comentó al respecto:
"Yo no veo en este momento una figura consistente, seria, como no
sea Evo. Porque el único programa de la derecha es que volvamos
atrás. No hay otro programa como no sea lograr que Estados Unidos
nos acepte; que vuelva la DEA a enfrentar a los cocaleros, que está
bien la nacionalización en teoría pero para qué nacionalizar si no
tenemos capitales, entregar los recursos naturales al peor postor, y
otras viejas ideas por el estilo. La oposición se ha quedado sin
argumentos. No pueden decirle a la gente que van a sostener el
cambio y la gente está convencida de que el camino es el cambio y el
único que lo puede hacer es Evo Morales".
Esto no quiere decir que tal camino esté despejado. Por el
contrario, se urden maniobras y se ciernen amenazas. En una
entrevista exclusiva, Juan Ramón Quintana, ministro de la
Presidencia, nos ofreció su valoración:
"Cuando se piensa en el gran enemigo, uno debe tener el cuidado
de saber que ese enemigo no tiene la virtud de la transparencia
política, sino más bien tiene la astucia de no ofrecerse como el
gran adversario y utiliza a terceros. Yo diría que nuestros
adversarios son digeribles políticamente hablando, porque son
incapaces de producir un proyecto alternativo al que tenemos. Son
adversarios avergonzados de su realidad, no tienen identidad,
carecen de doctrina propia; sus propuestas más bien son el resultado
de elucubraciones externas, manejan un libreto a seguir, por tanto,
no nos preocupan mucho. Lo que nos preocupa son los grandes enemigos
de esta revolución: en algún momento fueron las transnacionales
hasta que las golpeamos un día. Posteriormente se desplazaron a
proyectos políticos de carácter secesionista y ahí se anclaron. Hoy
día actúan en las sombras, pero sabemos quién está hilvanando la
trama. Por supuesto utilizan todos los métodos inimaginables para
socavar este proceso y, claro, ha pasado eso por el golpe cívico
prefectural, y luego han transitado de esa aventura golpista a la
aventura separatista terrorista. Advierto que pueden desembocar en
una aventura suicida".
Un magnífico regalo de cumpleaños recibió Evo en vísperas de la
Cumbre del ALBA efectuada el pasado fin de semana en Cochabamba. La
reflexión del compañero Fidel titulada Un Premio Nobel para Evo
ofreció a los lectores de Cuba y el mundo un perfil muy exacto de
los méritos del mandatario boliviano.
En otra noche de confesiones, Evo nos dijo que a veces soñaba con
Fidel, y que tal como lo había aprendido de sus ancestros, eran
sueños premonitorios. Le pedimos que evocara la primera vez que vio
al Comandante en Jefe:
"Fue en un acto celebrado La Habana en 1992 —nos contó—. Con
ayuda de varios amigos completé el dinero para pagar el pasaje de
ida a La Habana. Solamente fui a La Habana para conocer a Cuba y a
Fidel. Hice un discurso de tres minutos, Fidel estaba en la
presidencia de la reunión. No llegué a saludarlo, pero después supe
que él había reparado en mí. El regreso de aquel viaje se complicó.
Me consiguieron un pasaje hasta Lima, adonde llegué con un solo
dólar en el bolsillo que cambié en soles. Por suerte un amigo
peruano, Juan Rojas, me prestó cien dólares para que pudiera cubrir
el tramo hasta Bolivia".
¿Y más tarde?
"Con Fidel he sostenido varios encuentros. Es un hermano mayor
sabio, cuyo principio básico es la solidaridad y la lucha por la
dignidad y la justicia. Fidel es el mejor médico del mundo. Hay que
ver cómo se preocupa de la salud de los demás, pero también es un
gran pedagogo. Siento que Fidel es el Comandante de las fuerzas
libertarias de América".
El día que Evo resultó electo al frente de su sindicato en las
plantaciones cocaleras del Chapare —antes era secretario de deportes
y luego, y hasta ahora, presidente de las seis Federaciones
Sindicales del Trópico de Cochabamba— no tenía tampoco dinero para
trasladarse en ómnibus a la asamblea en Villa Tunari.
"Me fui en bicicleta —nos dijo—; eran varios kilómetros de
distancia. Yo iba pedaleando y a la vez pensando. Al aire libre
brotaban las ideas. Pensaba que el mundo no podía seguir así, unos
pocos con mucho y los muchos sin nada. Se me fue haciendo claro que
la lucha debía ser antimperialista."
En la arena internacional, Evo ha cimentado un prestigio
impresionante por sus posiciones diáfanas y su verticalidad ética en
defensa de los desposeídos y de la Madre Tierra. Incluso ha merecido
la valoración de políticos que se hallan en las antípodas de su
pensamiento, como fue el caso del ex presidente de los Estados
Unidos, William Clinton. Según reportó la agencia EFE en un despacho
fechado el 16 de mayo del 2006, ese día le preguntaron durante una
conferencia de prensa en Nueva York qué opinaba de la
nacionalización de los hidrocarburos y la situación en el país
sudamericano. Clinton respondió a su vez con una pregunta: "¿Qué
haría si fuese un minero boliviano que trabaja 60 horas por semana y
tiene que alimentar a cuatro hijos, que no tienen perspectivas de
progreso? ¿Por quién hubiese votado usted?"
Considera también a Hugo Chávez como un hermano. Chávez es
recíproco. En la reciente conmemoración del Bicentenario del grito
libertario de La Paz, expresó:
"A Evo lo veo más fuerte que nunca, más claro que nunca, más
líder que nunca. Apóyenlo, no oigan esas voces de la oligarquía, que
trata de satanizar, de confundir al pueblo cada día. (...) Únanse
con amor y tracen y construyan la gran Bolivia del siglo XXI".
A Evo le maravillan muchas cosas de este mundo. Tiene como
valores supremos la franqueza, la honestidad, la honradez y el
respeto a los ancianos. No soporta ni la vanidad ni la mentira. Le
gusta escuchar diversas opiniones antes de actuar. A Cuba, nos dijo
en confianza, solo le haría una petición personal: "Que Silvio venga
a cantar".