Camilo y un grupo de compañeros nos trasladamos a mi casa, que era
la de mis padres. Muy próximo a comenzar Fidel su comparecencia por
televisión, mi madre nos preparó comida a todos, y siguiendo la
costumbre invitó a pasar al comedor. Camilo, muy cortésmente, le
dijo:
—¿Usted no se pone brava, mi vieja, si nos llevamos los platos
para la sala para poder escuchar a Fidel?
Mi madre respondió con una sonrisa, ella tampoco quería dejar de
oírlo y todos nos Ilevamos los platos para la sala y nos dispusimos
a oír a Fidel, que estaba a punto de comenzar.
En medio de Ia intervención del Comandante en Jefe sonó el timbre
del teléfono: era una llamada local de un compañero que quería
hablar con Camilo. Camilo se puso de pie, con rostro serio, y
después de escuchar brevemente preguntó qué estaban haciendo. No sé
lo que le contestaron, pero jamás podré olvidar la respuesta de
Camilo:
—Cuando Fidel está hablando lo único que debe hacer un
revolucionario es oír.
Narrado por Jorge Enrique Mendoza.