Rosa Elena Simeón

Una obra que perdura

Orfilio Peláez
pelaez@granma.cip.cu

Dotada de una voluntad extraordinaria para enfrentar y sobreponerse a la grave dolencia que apenas le dio un instante de tregua en los últimos años de su vida, la impronta de la doctora Rosa Elena Simeón Negrín acompaña el diario hacer de los científicos cubanos.

Graduada de Medicina en la Universidad de La Habana en 1966, y especializada después en Virología, no dudó en abrazar la Veterinaria, ante los reclamos de la máxima dirección del país de contar con profesionales altamente calificados para impulsar el desarrollo de la ganadería.

Sus cualidades de brillante investigadora salieron a la palestra, cuando en 1971 encabezó el equipo de especialistas que hizo el diagnóstico del brote de fiebre porcina africana, enfermedad introducida en Cuba por manos al servicio de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos.

Asumió con particular celo diferentes responsabilidades científicas, administrativas y políticas, entre ellas la de presidenta de la Academia de Ciencias de Cuba, y titular del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, desde la creación de este organismo en 1994, hasta su muerte ocurrida el 22 de octubre del 2004.

Fue miembro del Comité Central del Partido y suplente del Buró Político, integrante del Consejo de Estado, y diputada a la Asamblea Nacional del Poder Popular por casi dos décadas. Meses antes de su fallecimiento recibió el Premio Nacional de Medio Ambiente.

Heroína Nacional del Trabajo de la República de Cuba, Rosa Elena se distinguió, además, por su fina sensibilidad humana.

 

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