En Cuba, la temporada ciclónica comenzó el pasado 1 de junio y se
extenderá hasta el 30 de noviembre. Todavía permanecen frescos en la
memoria de todos los cubanos las imágenes de vientos e inundaciones
que arrasaron con el país en unas pocas horas, dejándole pérdidas
por valor de más de 10 000 millones de dólares.
Ahora cuando la alerta aumenta, y aún no nos recobramos de los
daños ocasionados por los fenómenos de la anterior temporada, urge
tomar en cuenta las experiencias dejada por ella, ser mucho más
previsores, y alistar con tiempo y rigor las medidas contra
desastres.
Devienen labores imprescindibles y sistemáticas, la recogida de
escombros, la poda de árboles, la limpieza de zanjas, ríos,
alcantarillados y tragantes. Toda la población, junto a la Defensa
Civil, organismos e instituciones del Estado, son protagonistas. No
dejar para mañana lo que podamos hacer hoy es ya la primera carta de
triunfo ante la adversidad.