La avaricia rompe el saco
Los bancos que contribuyeron a la crisis siguen
repartiendo bonos a sus ejecutivos a contrapelo del rechazo popular
RANDY ALONSO FALCÓN
El capitalismo es fiel a sus esencias. Reproduce la codicia y el
imperio del tener a toda costa. Ni la peor de las crisis lo detiene.
Wall Street llevó al imperio a una de sus más difíciles etapas
económicas y tuvo que ser rescatado con millones de millones de
dólares del contribuyente y la Reserva. Las revelaciones de los
astronómicos sueldos que ganaban los ejecutivos que condujeron sus
instituciones a la debacle, causaron furia en la sociedad
norteamericana y hasta la condena pública del presidente Obama.
Pero apenas unos meses después de los colosales rescates, la
historia de los sobresueldos vuelve a la actualidad y escandaliza; a
pesar de que el sector financiero ha reducido en un 10% sus
ganancias en los últimos años y que en el segundo trimestre del 2009
el conjunto de las instituciones bancarias sufrió pérdidas por valor
de 3 700 millones.
El gigante Goldman Sachs, que en marzo registró récord de
ganancias para un trimestre en sus 140 años de historia tras el
colosal rescate gubernamental, repartirá sobresueldos este año por
unos 11 400 millones de dólares. Vale apuntar que varios de los
asesores económicos del Presidente salieron de la nómina de este
emporio financiero.
Por su parte, el Bank of América —el banco más grande de Estados
Unidos—, que recibió inyecciones de capital público por más de 40
000 millones de dólares, le pagará siete millones de dólares a cada
ejecutivo. Su rival, Citigroup, que recibió 45 000 millones con
ayudas estatales, premiará con seis millones a sus directivos. El
nuevo consejero delegado del Citi es Richard Parsons, quien trabajó
como miembro del equipo de transición de Obama.
La aseguradora American International Group (AIG) —que fue
inyectada con una suma estratosférica de dinero público y que ha
generado más de un escándalo por gastos dispendiosos— pretende
pagarle entre siete y diez millones de dólares a su nuevo Consejero
Delegado.
Entre el 2006 y el 2008, los 100 principales ejecutivos del
sistema financiero recibieron 32 millones de dólares cada uno como
primas. Para igualar estos ingresos multimillonarios, un trabajador
promedio tendría que laborar 1 000 años. La diferencia salarial
entre el director general de una empresa y un trabajador en Estados
Unidos es de 319 a uno. Esa diferencia en 1990 era de 107 veces y en
los ochenta, 40 veces.
El argumento de las entidades financieras para sus espectaculares
sueldos es "evitar fugas de talentos". Wall Street defiende su
escandalosa política arguyendo que si no es generosa con sus
ejecutivos se le irán para la City Londinense.
Mientras tanto, las 20 principales entidades financieras
receptoras de ayuda estatal despidieron desde el 2008 a más de 160
000 empleados. Solo Citigroup despidió unos 75 000. Sin embargo, su
principal ejecutivo, Vikram Pandit, se embolsó la "modesta" suma de
38 millones de dólares en el 2008.
COPIAS A LA INGLESA Y LA FRANCESA
En el sector financiero de la capital inglesa, hacen lo mismo que
en Nueva York y lo argumentan al revés.
La banca de la City ha repartido ya en lo que va de año unos 7
600 millones de libras (más de 10 000 millones de dólares) en
sobresueldos. Eso, a pesar de que varios de los grandes bancos
británicos están en manos del Estado tras su gigantesco desplome,
como el Royal Bank of Scotland (RBS) y el Lloyds (HBOS).
El RBS ha pagado más de ocho millones de euros para fichar al
ejecutivo Antonio Polverino, procedente del banco norteamericano
Merrill Lynch. El Barclays, otro de los grandes de la City, ha
ofrecido más de 40 millones de euros a cinco operadores de divisas
empleados actualmente por el GP Morgan. "La analogía es el fútbol
(...) si vamos a ganar tenemos que pagar de manera apropiada", dijo
John Verlay, consejero delegado de Barclays.
Otra es la mirada de Stefano Harney, catedrático de la
Universidad Queen Mary, en Londres: "Reflexionemos un momento sobre
lo que está pasando y costará creerlo; los bancos que provocaron la
crisis económica que ha causado graves problemas de finanzas
públicas, los hemos rescatado con dinero público y ahora distribuyen
este dineral".
En Francia también se ha reabierto el debate sobre las
bonificaciones desde principios de agosto, cuando se supo que el
banco PNB Paribas, que había recibido 5 000 millones de dólares en
ayudas salidas de los arcas públicas, se había reservado 1 000
millones para retribuir a sus ejecutivos. El presidente Nicolas
Sarkozy declaró sobre ello a la prensa: "Estoy consternado al ver
que, al parecer, algunos siguen sin aprender nada de esta crisis
financiera internacional, y eso a pesar de que aún no la hemos
superado".
Sarkozy ha planteado sus esperanzas de que la próxima cumbre del
G-20 en Pittsburg, Estados Unidos, sea decisiva para "regular el
pago de bonificaciones, la transparencia y la responsabilidad en el
mercado financiero".
Pero los deseos del mandatario francés de una "moralización del
capitalismo" choca con los fundamentos mismos del sistema: la
competencia feroz, el lucro desmedido, la ganancia por sobre la
ética.
Son los mismos que ya José Martí denunciaba a fines del siglo XIX
cuando, valorando el papel del Chauncy Dapew, "el abogado de los
ricos", escribía: "... la verdad es que la libertad que él alaba en
los Estados Unidos viene a ser como la griega o la inglesa, libertad
de señores, con pan negro y angustias para los infortunados, y muy
buena para los de arriba, que gobiernan y tienen las manos llenas de
privilegios, pero desigual y molesta a la masa común, que se cansa
de llevar a estos panza-doradas sobre los hombros".
Los panza doradas están de regreso con la misma codicia desmedida
de antaño. Pero, la avaricia... |