El survivalismo y el fin del mundo

ROLANDO PÉREZ BETANCOURT
rolando.pb@granma.cip.cu

Bombos y platillos llegan desde el Festival de Venecia para el filme La carretera, basado en la novela de igual título de Cormac McCarthy, uno de los pesos pesados entre los autores más vendidos en el mercado editorial.

Jericó, serie de TV.

Aunque no pocos libros con la etiqueta de best seller traen aparejados la sospecha del marketing manipulador (y con ese prejuicio comencé a leer la novela de McCarthy, publicada en el 2007), lo cierto es que se trata de un conmovedor y bien escrito relato acerca de la supervivencia en un mundo pos apocalíptico.

No se explica en el libro la causa, pero se infiere que hubo una catástrofe atómica u otra acción terrorífica que ha dejado a muy pocos con vida sobre la Tierra. En ese entorno desolado, un padre y un hijo de unos diez años marchan en andrajos en pos de una zona más cálida de los Estados Unidos y se alimentan de lo que puedan, mientras a ratos deben ocultarse, o enfrentar los peligros más disímiles, entre ellos, el acoso caníbal.

Viggo Mortensen en La carretera.

Suspenso y aventuras, pero principalmente una reflexión pletórica de espiritualidad acerca del valor de la vida y el amor de un padre hacia su hijo, eso es en sustancia La carretera, la novela que dio lugar al filme con Viggo Mortensen en el papel principal, y que desde Venecia se augura será unas de las más importantes películas del año.

Un tema en el cine, el de la supervivencia un día después del horror, que es antiguo y no solo a partir de las cintas de recreaciones cristiano-evangélicas que veían nuestros abuelos. Viejo tema porque el asunto ––¿cuál será el final de la humanidad?–– se lo ha venido planteando el hombre desde aquellas remotas noches en que se sintió incapaz de explicarse, mirando hacia el firmamento, cómo podría sobrevivir si una estrella le caía en la cabeza.

Ahora mismo Cubavisión está exhibiendo la teleserie Jericó que recrea una catástrofe nuclear en un pueblo de Estados Unidos. Al quedarse aislados y con necesidades de todo tipo, la comunidad se desmorona y sale a relucir una galería de problemas sociales y psicológicos. Lo peor (y también lo mejor) del ser humano en medio de tanta ira y confusión.

Hubo una época en que el cine norteamericano se cebó en el tema de "el día después". Tiempos de Guerra Fría y de paranoia galopante en el que el mismísimo gobierno recomendaba construir refugios en los jardines de las casas para protegerse de los mísiles soviéticos.

Durante aquellos años sesenta del pasado siglo, comenzó a utilizarse el término "survivalista" como denominador de las personas preocupadas por abastecerse de todo lo necesario para afrontar una catástrofe mayor (comida en lata, combustible, linternas, filtros de agua, armas...). Una obsesión que en alguna medida se refleja en La carretera y que tras la llegada del año 2000 ha sido estudiada por sociólogos y científicos de los Estados Unidos, donde solo en el último año la venta de materiales de emergencia se disparó en un 70%, mientras que la compra de libros de supervivencia clasifica en los primeros lugares.

Los motivos del desasosiego son muchos, entre ellos el cambio climático, un colapso en la producción de petróleo, un ataque terrorista, misteriosas epidemias, el choque de la Tierra con un aerolito y la recesión global.

En opinión del sociólogo Frank Furedi, autor del renombrado ensayo La cultura del miedo, la imaginación de los survivalistas transforma cualquier contratiempo en una amenaza para nuestra supervivencia. Y ello sucede porque "hemos perdido el sentido de proporción histórica, ya que en lugar de tratar la gripe como un problema sanitario, la tratamos como si fuera el Apocalipsis. Y lo mismo pasa con el terrorismo, el calentamiento global, o la crisis económica."

"Síntoma de una sociedad atenazada por la ansiedad", eso es para Furedi el auge que cobra en estos días el survivalismo.

Y dijo el catedrático: "La acumulación de latas de comida, baterías y filtros de agua sería la forma de los survivalistas de digerir su incertidumbre. De esa manera, ellos se creen moralmente superiores a los millones de idiotas que no sentimos la necesidad de pasarnos la vida preparándonos para el fin del mundo".

Lo cual no quita para augurar que vendrán muchas más películas, buenas y malas, sobre el mismo tema.

 

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