La cosecha de la guayabita del pinar, peculiar fruto, para muchos
exclusivo del occidente cubano, avanza en el territorio, con acopios
destinados a elaborar el legendario licor de igual nombre.
La planta (Psidium Salutare), crece silvestre en la cordillera y
en parcelas especialmente creadas por expertos para preservar la
diminuta especie, ante la progresiva disminución de sus poblaciones.
En una campaña que marcha a buen paso, campesinos y obreros del
sector forestal recolectan desde hace menos de un mes, el producto,
de talla inferior a los dos centímetros, para enviarlo a una de las
destiladora, también de las más pequeñas del mundo, situada la
ciudad de Pinar del Río.
El trago de 40 grados se obtiene tras un proceso de maceración, y
es ampliamente cotizado en Cuba y fuera de fronteras, afirmó a la
prensa, Ángel Suárez, administrador de la Fábrica.
Todo un símbolo de Pinar del Río, la antigua factoría, a 140
kilómetros al oeste de La Habana, produce anualmente unas 60 mil
cajas de la bebida, comercializadas dentro de la Isla y en países
como España, Japón y Panamá.
Aún ante la crisis económica mundial, la producción de Guayabita
del Pinar se mantiene en sus niveles tradicionales y con la calidad
de hace centurias, en sus variedades seca y dulce, acreedoras de
reconocimientos en certámenes locales e internacionales.
Después de años de obtenerse el licor de forma rústica en
diversos sitios del territorio, su fama influyó en la edificación de
la industria a finales del siglo XIX, y hasta hoy es distinción del
lugar y brindis preferido en oportunidades exclusivas.
De acuerdo con la tradición oral, la historia de predilección de
la Guayabita del Pinar se relaciona con la costumbre de los vegueros
pinareños que la bebían en pequeñas cantidades para atenuar los
efectos de la humedad en los campos de tabaco.