"Resulta algo extraño, ni yo misma me lo puedo explicar: me
gustan tanto las letras como las ciencias. Hoy estudio la
Licenciatura en Química en la Universidad de La Habana (UH), y no
puedo estar sin un libro en la mano, pero no precisamente de la
carrera. Suelo leer mucha novelística: de García Márquez, Isabel
Allende, Lezama, Anne Rice...
"Pensar que los científicos no lo hacen es un cliché de la
sociedad. Puedes divertirte, leer, escuchar música, sentarte en el
Malecón a tomar el aire, ir al cine o a fiestas, hacer muchas cosas
a la vez. Solo tienes que planificarte."
Esta muchacha agradable, y de hablar fluido también manifiesta su
rechazo al estereotipo de asociar la feminidad con las carreras de
letras. "Es falso; no obstante, está impuesto en el pensar de la
gente. La historia ha demostrado que la ciencia le debe mucho a las
mujeres, como Marie Curie o su hija. En la universidad hay Doctoras
en Ciencias con un nivel altísimo. A mí siempre me están
fastidiando, pero la convivencia es muy bonita. Mis compañeros me
aprecian".
Según Yanira, en la UH se reconoce la dedicación de los ganadores
en olimpiadas de conocimientos y, aun cuando está establecido que
los alumnos comiencen a investigar solo a partir del tercer año,
muchos lo hacen desde primero.
"Nos permite continuar trabajos ya iniciados, en algunos casos
excelentes y que pueden ser publicados internacionalmente. También
nos brinda la oportunidad de probar con diversos grupos de
investigaciones para decidir con cuál nos identificamos más. En
enero pienso trabajar con Química Orgánica."
Los sueños continúan acechándola. Nació en una finca en Yaguajay,
hija de ama de casa y de un trabajador de Acopio que la enseñaron
bien y le dieron ánimos para aprovechar las oportunidades que ofrece
la Revolución. Así que va por más.
"Quiero seguir superándome: hacer el doctorado. Me gustaría
impartir clases: en la universidad, el preuniversitario, quizás
entrenar a otros participantes en olimpiadas. Y, por supuesto,
combinar la docencia con la investigación, con la Biología y el área
de nuevos medicamentos. Pero ambas cosas, no solo una de ellas."
Entretanto, el camagüeyano Rubert Martín prefiere la Física.
Recientemente obtuvo medalla de oro en la XIII Olimpiada
Iberoamericana desarrollada en Morelia, México. Es su ciencia
favorita porque, además de incluir las Matemáticas, se aplica a la
naturaleza. La óptica, electromagnética, termodinámica... lo
atraparon para siempre.
"Cierto, requiere sacrificio y horas de estudio adicionales. Pero
somos muchachos normales; nos agrada salir y oír música, solo que
también nos entusiasma estudiar. Tiene que gustarte; si no, no es
posible. En el autoestudio me pongo a resolver ejercicios, no de los
libros de la escuela, sino algunos más complejos. Estudiamos libros
rusos, otros de olimpiadas internacionales; bajamos de Internet los
de olimpiadas iberoamericanas y hasta de las asiáticas."
Confiesa que tras obtener la medalla los profesores de la escuela
se han interesado más por el evento, y muchos estudiantes se han
contagiado. "Daniel, de décimo grado; Leinier, de 12; y otros que no
son físicos. Mi propio hermano se motivó, quiere concursar".
Y de ese modo la aspiración de que las olimpiadas no involucren
únicamente a las tres decenas de jóvenes competidores, será más que
un anhelo. Entonces, los 67 muchachos de preselección y los 600
ganadores de concursos nacionales se multiplicarán por miles,
imbuidos del sano afán de adquirir nuevos conocimientos.
Ena Elsa Velázquez, la ministra de Educación, lo advirtió durante
el intercambio con los ganadores de este año (en el que los 29
participantes obtuvieron medallas): el objetivo consiste en que
todos los estudiantes se preparen y aprendan.