¡Tome sopa y pruébese la ropa! Ese podría ser el eslogan de una
tienda de modas caras en Manhattan que, desesperada por atraer a la
clientela ante la orfandad en sus ventas, regala un plato de sopa y
café a quienes la visitan.
¡Vaya nombre el escogido para el establecimiento: El 1929!
Según el gerente Aaron Genuth, se inspiró en la gran depresión de
los años treinta. Este señor y su asociado, Levi Okunov, ven su
negocio como algo "muy chic", porque, además de exhibir ajuares de
modistas independientes, en lo que los platos de sopa van y vienen,
los visitantes disfrutan de una exposición artística. Imagino
cuántos harán piquera allí, le echarán algo caliente al estómago¼
y obviarán el costoso último grito de la moda. Así estos dos
comerciantes intentan paliar la crisis económica.
Otros pillos, como Orson Benn, otrora vicepresidente del mayor
emisor de préstamos hipotecarios de Estados Unidos, gozó de tres
años prósperos —durante el auge del mercado inmobiliario—, y asesoró
a corredores de la Florida en el arte de estafar. El "teacher"
enseñaba a falsificar informes de créditos, a inflar los ingresos en
las solicitudes de préstamos, e inventar empleos fantasmas.
Lo más lindo del caso es que, aunque Benn y sus compinches fueron
hallados culpables de pandillerismo, una de sus leales asociadas en
Miami, Yvette Valdés, sigue vendiendo hipotecas en Homestead.
El fullerismo se desboca en EE.UU. en tanto crecen los problemas
como este: en septiembre, uno de cada 10 propietarios de viviendas
con hipotecas tenía un retraso de al menos 30 días en el pago o
estaba a punto de ser embargado, pero los incumplimientos aumentaron
debido al incremento del desempleo. Las empresas suprimieron 533 000
puestos de trabajo el mes pasado, en tanto desde el comienzo de la
recesión se han eliminado 1,9 millones.
Las guerras de rapiña, el hambre de millones en el mundo, el
desmedido consumismo de otros, el intercambio desigual, la
dilapidación de los recursos naturales no renovables, los cambios
climáticos y la contaminación ambiental, son tempestades azuzadoras
de la crisis. Problemas que, por supuesto, no se resuelven regalando
sopa y café. (Alfonso Nacianceno)