El gobierno del presidente
estadounidense George W. Bush insiste hoy en el envío a Iraq de más de
21 mil 500 soldados, pese a la creciente oposición popular y de
congresistas demócratas a esa medida.
El vicepresidente Dick Cheney sostuvo la víspera que el desacuerdo
en el Congreso no afectará el plan gubernamental de insertar más
militares en territorio iraquí, e indicó que la guerra es una
atribución del poder ejecutivo.
Cheney recordó a los demócratas, quienes adelantaron que bloquearán
en ese órgano una partida de 100 mil millones de dólares pedidos por
el mandatario, que el presidente es el comandante en jefe de las
fuerzas armadas y le compete tomar decisiones difíciles.
Esas declaraciones ocurren cuando la Cámara Baja y el Senado,
controlados por los demócratas, desarrollan audiencias sobre el
conflicto bélico iraquí y votan resoluciones contrarias a la decisión
del Ejecutivo de mandar más uniformados a Iraq.
En medio del fuerte debate, el representante demócrata Briand Baird
prometió a la población norteamericana que el nuevo Congreso
continuará enfrentando la fracasada política de Washington, la cual,
en su opinión, "ha costado demasiado".
Baird señaló que además de los más de tres millares de soldados
muertos en Iraq, en su mayoría jóvenes, y de otros 20 mil lesionados,
el Pentágono ha gastado en esa guerra más de 300 mil millones de
dólares.
La líder de la mayoría en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi,
subrayó en los últimos días que su bancada demócrata impedirá la
aprobación de multimillonarios fondos con destino al conflicto iraquí.
Una encuesta de la cadena de televisión CNN, reveló que el 66 por
ciento de los estadounidenses son contrarios al programa del
presidente, el cual contempla sumar más soldados a los cerca de 150
mil militares desplegados en suelo iraquí.
De acuerdo con la empresa Opinión Research Corp, que realizó la
encuesta para CNN, al menos dos tercios de los mil 93 estadounidenses
consultados afirmaron que el mandatario Bush carece incluso de un plan
claro para Iraq.
Bush admitió recientemente que su nuevo plan para Iraq enfrenta el
escepticismo del Congreso y de vastos sectores sociales en Estados
Unidos.
También expresó que muchos legisladores consideran que el nuevo
enfoque bélico es apenas más tropas para la misma estrategia en ese
país árabe, ocupado por fuerzas anglo-estadounidenses desde marzo de
2003.
Insistió en que la misión de los militares es contribuir a la
seguridad de la población iraquí, principalmente en Bagdad.
Sin embargo, es criterio generalizado que Estados Unidos se empeña
en alcanzar ventajas a toda costa en el campo de operaciones
militares.
En opinión de analistas, en el país árabe están en juego también
los intereses de las compañías petroleras estadounidenses, que temen
perder el control sobre esas riquezas.