Alas para bailar

TONI PIÑERA

Foto: NANCY REYESEntretejer la cubanía en el movimiento, decir con la danza lo nuestro de manera original, fundir las raíces y sumar de los otros (en el sentido universal). Eso y mucho más hace Lizt Alfonso con su compañía que cosecha éxitos y ovaciones ante cada presentación, en la sala García Lorca del GTH, con el agradable espectáculo Alas que se mantiene en la cartelera este fin de semana en el teatro de Prado y San Rafael, La Habana Vieja.

Con esas Alas, cuatro letras que unidas conjugan distancia, fuerza, vuelo, encuentros, luchas, y también baile, la directora y coreógrafa se ha puesto a volar alto por el camino cubano de la danza, donde desde ya va dejando una impronta de la cual mucho dará de qué hablar. Desde que se descorren las cortinas en los espectáculos de Lizt Alfonso, los del lado del aplauso reciben algo diferente. Las bailarinas se mueven de forma distinta y a la vez igual: son movimientos diversos reunidos en uno solo. Hombros y caderas convulsionan la escena y hablan de tú a tú con un port de bras muy clásico, y en los bajos, los tacones repiquetean hasta más no poder, el gesto es seguro, hay fuerza en el baile, una magia particular que electriza al auditorio... Hay folclor, ballet, danza, baile popular, y por supuesto español. Pero importante es subrayar que no han pasado en estado “puro”, o como copia fiel semejante a la que da un espejo, pues de proceder así, escapados ya del marco original que los fecunda, en la escena perderían efecto, brillo y atracción. Se les ha dado, pues, un tratamiento creativo que no desvirtúa lo esencial e importante: el espíritu popular que los anima. Un eclecticismo de la danza, unido por algo fundamental y que impresiona en esta compañía: el nivel técnico de sus integrantes.

Detrás están, indudablemente, los profesores de cada especialidad, y entre los que destacan nombres como los de Silvina Fabars, primera bailarina del Conjunto Folclórico Nacional y Lena Delgado, que formó parte de las filas del Ballet Nacional de Cuba, y por supuesto el de su directora, y otros que aportan sus enseñanzas y afirman la fibra esencial del baile en el Ballet Lizt Alfonso.

Hay Alas... para ser, para perpetuar, para existir, para luchar, para el feeling (excelente momento lírico en el que se acompaña el baile, muy originalmente, con la incomparable voz de Míriam Ramos), para vivir (un hermoso y fuerte cuadro bailado con fuerza y que cierra el primer acto). Para el segundo quedan Alas... para el swing (aquí se observa también el mestizaje amplio que permeó a Lizt con lo que aprendió viendo no solo a nuestra Alicia, a Gades, sino también a Fred Astaire y Gene Kelly), o para el compás (repleto de humor, y por qué no utilizarlo si es savia viva en el cubano, es parte nuestra y no está vedado para la danza o el ballet, donde hay muchos ejemplos), y para volar, cuadro que pone el punto final.

Fuerza en el baile, lirismo, humor, alegría, ganas de hacer y de ser distintos, se reúnen en Alas, donde tiene un papel preponderante también el trabajo de diseño de escenografía (de impactante sencillez y funcionalidad) y de vestuario (informal y teatral a la vez) —que aportan una nota de colorido, buen gusto y elegancia—, de ese artista que es Ricardo Reymena, y la labor del grupo musical que aborda los más variados ritmos con excelencia y profesionalismo.

 

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