La historia del juicio condenatorio a
los luchadores obreros en Chicago, hace 118 años, demuestra que la
manipulada justicia burguesa en Estados Unidos actuó entonces en
función de intereses oligárquicos, como en 1998 lo hizo contra los
Cinco
Héroes Cubanos luchadores antiterroristas para complacer a
la mafia anticubana de Miami.
Tras la exitosa huelga y
manifestaciones multitudinarias efectuadas el primero de mayo de
1886 por el movimiento obrero norteamericano en numerosas ciudades,
en reclamo de la jornada laboral de ocho horas y de reivindicaciones
sociales y políticas, la reacción de los patronos fue inmediata en
la prensa y en los medios represivos.
La burguesía no perdonó la
sublevación y aliada con la policía oficial y guardias de
seguridad privados enfrentó a los trabajadores. En Chicago, centro
vital de los acontecimientos, los más de 40 mil manifestantes
fueron reprimidos violentamente.
El proletariado volvió a salir a la
calle el cuatro de mayo en el Parque Haymarket, de esa propia urbe.
La policía arremetió, obligando a dispersarse a los presentes.
Estalló un objeto explosivo ante el
grupo de represores que produjo algunos muertos y heridos entre los
agentes.
A partir de ahí arreció la
brutalidad. Nunca se precisó el número de obreros fallecidos. Fue
decretado el estado de sitio y el toque de queda, centenares de
asalariados y líderes fueron encarcelados, acusados de atentar
contra las fuerzas del orden público.
La mayoría de los arrestados eran
inmigrantes, principalmente italianos, españoles, alemanes, rusos,
irlandeses, judíos, polacos y eslavos. Los acusados en el proceso
judicial fueron ocho dirigentes anarquistas, de los cuales solamente
dos eran norteamericanos.
El juicio fue una farsa de principio
al fin. El objeto era condenar las ideas emancipadoras de la clase
obrera en un proceso político. A la injusticia organizada
contribuían las ediciones de la prensa diaria, al servicio de los
mismos intereses patronales, en cuyas páginas se exigía ahorcar a
los líderes sindicales.
No existían garantías procesales y
el clima social resultaba adverso a los procesados.
A ocho líderes los declararon
culpables: Adolph Fisher, Augusto Spies, Albert Parsons, George
Engel, Louis Lingg, Michael Schwab, Samuel Fielden y Oscar Heebe,
caracterizados como enemigos del orden y la sociedad, a pesar de no
haberse probado nada en su contra.
Tres de ellos recibieron cadena
perpetua, los restantes pena de muerte. Lingg apareció muerto en su
celda cuando un fulminante de dinamita le destrozó el cráneo. La
ejecución fue programada para el 11 de noviembre de 1886.
José Martí, corresponsal en Chicago
de 'La Nación', de Buenos Aires, escribió en su reseña del
suceso: "...Salen de sus celdas. Se
dan la mano, sonríen. Les leen la sentencia, les sujetan las manos
por la espalda con esposas plateadas, les ciñen los brazos al
cuerpo con una faja de cuero y les ponen una mortaja blanca como la
túnica de los catecúmenos cristianos... abajo la concurrencia
sentada en hilera de sillas delante del cadalso como en un teatro...
plegaria es el rostro de Spies, firmeza el de Fischer, orgullo el de
Parsons, Engel hace un chiste a propósito de su capucha, Spies
grita que la voz que vais a sofocar será más poderosa en el futuro
que cuantas palabras pudiera yo decir ahora... los encapuchan, luego
una seña, un ruido, la trampa cede, los cuatro cuerpos cuelgan y se
balancean en una danza espantable..."
Estudiosos del tema han señalado que
en 1893, el nuevo gobernador de Illinois Altgeld y el juez Eberhardt
establecieron que los ajusticiados no habían sido culpables de
ningún crimen, por el contrario, se comprobó que el Procurador de
ese entonces había arreglado al jurado y las pruebas concernientes
para lograr el veredicto exigido por los oligarcas.
A mediados de 1889 el congreso
fundador de la Segunda Internacional proletaria, a solicitud de la
delegación obrera estadounidense, declaró el Primero de Mayo como
día de lucha y combate para el proletariado mundial.
Al año siguiente tuvieron lugar las
primeras conmemoraciones, que desde entonces se han sucedido,
excepto en Estados Unidos, donde el primer lunes de septiembre se
celebra el Día del Trabajo.
Como en cada una de las jornadas del
Primero de Mayo, en este 2004 los Mártires de Chicago ocuparán un
sitio preferencial en la memoria y en el homenaje de los cubanos.
También el ejemplo de los Cinco
Héroes prisioneros políticos en Estados Unidos estará con
nosotros en los desfiles por la efemérides. Estos y aquellos, todos
inocentes.