Réquiem por López Nussa
Pedro
de la Hoz
Punzante
y polémico, aparentemente arisco pero con un corazón de oro,
quedará el recuerdo de Leonel López Nussa (La Habana, 1916),
pintor, dibujante, grabador, crítico y novelista fallecido ayer en
la capital cubana.
Por el solo hecho de
compartir, durante largos años, el riesgo de la creación y el
ejercicio del criterio en publicaciones periódicas, López Nussa se
hizo acreedor del respeto de los medios intelectuales de la Isla.
Pero fue más allá: como creador consolidó méritos en el oficio
del dibujo puesto en función de una iconografía que privilegió
músicos, poetas, héroes y gente sencilla; como crítico sus
colaboraciones y columnas en Hoy, Granma (aportó sus
contribuciones, a partir de la fundación de nuestro diario, hasta
finales de los sesenta) y por más de dos décadas en Bohemia,
consolidaron un currículo que le acreditó el Premio Guy Pérez
Cisneros 2000, del Consejo Nacional de las Artes Plásticas, por la
obra de la vida.
Fundamentales resultan
sus libros de arte Un guajiro en París y El dibujo:
poética de la pintura, y no deja de ser curiosa su breve
producción novelística, una de cuyas piezas, El pintor
asesinado, recientemente fue rescatada por Ediciones Unión.
Quienes ejerzan la
crítica de arte en lo adelante, tendrán en López Nussa una
referencia obligatoria.
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