Los invitaron a recorrer un laberinto, desde el bestiario mitológico alimentado por la imaginación hasta los monstruos vestidos de hombres que pierden sus máscaras en Gaza. Allí las ruinas pesan demasiado para entrar en la fantasía de los libros.
Convocados por los misterios de El horror en la literatura para niños, estudiantes de quinto grado de la escuela Héroes de Girón asistieron al Aula de lectura para enseñanza primaria, en la Fortaleza de San Carlos de La Cabaña, detrás de la cual latía otro mundo.
El aula de pronto cambió sus paredes por la guarida en la que el Minotauro, representante de la poesía generadora de mitos, culpó a su homicida Teseo por asesinar lo diferente, y lo condenó cómplice y esclavo del poder. Hoy ese personaje lleva el nombre de Israel, y presta sus servicios al imperialismo.
Luego de las historias y las ilustraciones sobre criaturas sobrenaturales provenientes de cualquier latitud, tema predilecto del conductor del espacio, el escritor Maikel José Rodríguez Calviño, la educadora popular Aniet Venereo conversó sobre las bestias del mayor infierno del presente, sin piedad ni siquiera para los pequeños del pueblo sufrido.
Porque los infantes necesitan saber, y «no conectan con las palabrerías», la también payasa terapéutica los enfrentó a la denuncia del genocidio por una víctima de su edad, Lama Jamous, convertida a los nueve años en periodista. Así cumplió un sueño, aunque al precio de informar sobre una pesadilla.
Los monstruos de las leyendas, quizá invocados para enfrentar las armas de fuego, acudieron en una actividad plástica bajo los consejos del ilustrador Raúl Martínez. Diversos animales experimentaron la fusión de sus cuerpos, presas del antojo de los jóvenes pintores.
Ernesto Rodríguez, Alain Daniel Cabrera y Sulien Maceo Mosqueda devinieron algunos de los creadores de especies híbridas entre un tigre y un tiburón, un cangrejo con tentáculos de pulpo llamado cangrebusco, una abeja sin aguijón y con piernas.
La monstruología, término inventado por Maikel Rodríguez Calviño –según asegura–, posibilita, mediante el desafío a la subjetividad, el desarrollo de habilidades para la escritura y para construir universos propios.
«En la monstruología los conceptos de raro y diferente son puestos a un lado, pues todo resulta válido. El arte constituye el campo de la posibilidad absoluta y, si les enseñamos a los niños a ser libres en el campo del arte, lo serán también en la vida».
Los dibujos nacieron con la esperanza de llegar a los infantes del país castigado por las bombas, desde la creatividad, considerada por Aniet Venereo una «herramienta para salir de los problemas de la vida.
«Vamos a apoyar a los niños de Palestina para que estén bien, y en algún momento estarán bien, y vamos a hacerles unos dibujos, y vamos a mandarles cartas para que se sientan mejor», contó Sulien Maceo Mosqueda, con su polisíndeton como un puente de amor recorrido sin descanso, entre ambas naciones, por sus más chicos, tomados de las manos.
COMENTAR
Responder comentario