
La sala Villena de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), se convirtió en un refugio de memorias el viernes último al rendir homenaje a la memoria de Francisco López Sacha, intelectual cubano que dejó una huella imborrable con su partida el pasado 16 de febrero.
El encuentro estuvo marcado por la risa, un eco de la alegría que siempre transmitió Sacha en cada presentación, clase y encuentro informal.
Arturo Arango y Senel Paz, colegas y amigos del narrador, ensayista y profesor de arte, recopilaron junto a su familia varias imágenes, en un viaje por la vida de Sacha. Momentos capturados en el tiempo, risas compartidas, y anécdotas que resonaban en la sala. Cada foto fue un recordatorio de su capacidad para iluminar cualquier habitación con su presencia.
El poeta Waldo Leyva, Premio Nacional de Literatura 2024, quien compartió estudios universitarios con Sacha, fue uno de los primeros en tomar la palabra: «Sacha nunca pensó en ser escritor, a pesar del talento que desbordaba. Recuerdo cómo llegaba tarde a las clases, pero siempre lograba sacar las mejores calificaciones».
En una atmósfera cálida, impregnada de nostalgia, amigos, colegas y admiradores transmitieron el sentir de que aquel encuentro no era un espacio de despedida, sino un tributo vibrante a la vida de un hombre que, más que un académico, fue un maestro del humor y la amistad.
Al encuentro asistieron,entre otras autoridades y personalidades, Alpidio Alonso, ministro de Cultura; Martha Bonet, presidenta de la Uneac; Luis Morlote, funcionario del Departamento Ideológico del Comité Central del Partido Comunista de Cuba.










        
        
        
        
        

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