ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
«Trabajo como un endemoniado y corrijo como tres», dice Jorge Ángel. Foto: Tomada de perfil de Facebook del autor

Porque la literatura es caprichosa o, quizá, porque los relatos suelen tener vida propia, al punto de escoger sus nombres, el libro que Jorge Ángel Hernández (Villa Clara, 1961) llamó Mis años con Julia Roberts, ha aparecido en notas de prensa y hasta en diplomas con el sugerente título de Mis noches con Julia Roberts.

Lo innegable es el atractivo de la mítica actriz estadounidense, lo divertido de la anécdota y la calidad de la obra, que ha sido distinguida con el premio Alejo Carpentier de Cuento 2025. Y menos desentona el equívoco cuando se conversa con el autor sobre las claves de este trabajo:

«Son historias que trabajan con lo absurdo y lo surreal en un contexto tramposamente realista, inmediato, de los días de hoy. Es una tradición bastante arraigada en la literatura universal, pero que yo he bebido principalmente en autores como Poe, Cortázar, Borges, Bioy Casares, Ítalo Calvino, Labrador Ruiz, Virgilio Piñera y, más recientemente, en la narrativa de Juan Villoro, Cecilia Eudave o César Aira. Cuando se publique, encontrarán varios guiños a sus obras, deslizados en los intertextos».

Mis años... es la primera entrega de una trilogía; según Jorge Ángel, una historia lo llevó a la otra, hasta llegar a nueve, y continuar con un segundo volumen que ha cerrado en ocho. No son cuentos breves, «como quizá está de moda, y algunos parecen más bien novelas compactas».

Si bien comenzó como poeta, ha publicado cuatro libros de cuentos y tiene uno en proceso editorial. «Al cuento voy como a la poesía: la historia me hostiga tanto, que tengo que escribirla, cueste lo que cueste», confiesa.

Explica que sus textos resultan de una labor obsesiva «con el lenguaje, la oración, el enunciado, la sugerencia, la alusión y la estructura misma del relato».

Ante el Premio que casi todos los escritores cubanos añoran, se declara «absolutamente eufórico, más cuando atravieso por una racha creativa que me arrastra, quiera o no, a seguir escribiendo. Súmese que el gran maestro literario, para mí, es justamente Alejo Carpentier».

Finalista, además, del concurso Un poema por la paz y la vida en la tierra, Hernández explica a Granma cuán vital siente su compromiso con los problemas del presente y por qué:

«Me duele, y mucho, que tantos intelectuales y escritores se desentiendan de los problemas cruciales de la vida en la tierra, de la hegemonía imperial que nos agobia al punto de que nos parece natural e inevitable en ocasiones.

«El mercado del libro global ha canalizado muy bien esa desatención, focalizando la fama y la gestión de ingresos en los que denuncian cuestiones menos relevantes o atacan a enemigos tercos de ese orden de colonización hegemónica que van a ser demonizados a base de propaganda sin ética profesional. Así lo ha sufrido la Revolución Cubana sin la menor misericordia.

«Lo poco que logro aportar en ese sentido, lo asumo como un deber con el que siempre estoy en deuda, aunque, si me permiten la paráfrasis, me halle todos los días en peligro de arriesgar mi obra por mi país y el planeta».

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