ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Fotograma de El Salto.

Reflejar mediante el séptimo arte los problemas más amargos de la sociedad siempre ha sido una constante en las producciones del español Benito Zambrano. Veinte años después, todavía el público cubano se emociona, ríe y canta con Habana Blues, el filme que nos regalara en 2005 sin saber la repercusión que tendría en la historia cinematográfica y musical del país.

Hoy, como tantas veces, regresa a la tierra en la que se formó como cineasta hace algunas décadas, y lo hace en el marco del 45 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano para presentar su nueva película El Salto, un drama que relata las duras pruebas a las que se someten los emigrantes africanos, una vez que emprenden viaje hasta costas europeas.

En una charla ofrecida en la sala Taganana, del Hotel Nacional, dio varias referencias: «Me llamó el programa de Transcultura de la Unesco para que trajera esta realidad hasta aquí, y, por supuesto, no pude negarme. Para mí es un enorme placer estar en La Habana, una vez más, e intentar devolver un pedacito de todo ese conocimiento que me llevé durante mis años como estudiante de la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños. Aquí me formé, nació mi primer guion, conocí grandes productores y amigos. La Habana siempre me trajo mucha suerte», comentó.

«El Salto es la película más necesaria que he hecho», confiesa Zambrano, pues el fenómeno de la emigración en el sur de España ha aumentado en las últimas décadas y continúa en ascenso. Miles de personas mueren cada año, en el mar o en las fronteras de Melilla y Ceuta, en búsqueda de un futuro y las autoridades no parecen dar una respuesta objetiva al asunto.

«Este filme es el resultado de una observación personal del problema, y cuenta la historia de un joven africano que ya había conseguido llegar hasta territorio español, donde conoce a una mujer y comienza a formar una familia. Pero sus aspiraciones se ven destruidas, una vez que es deportado a su país de origen, y tiene que emprender nuevamente el viaje hacia el norte».

«En el discurso político de la derecha mundial priman la xenofobia y el odio hacia los emigrantes», denuncia, y asegura que «hoy vemos cómo algunos llaman basura a esos que limpian sus calles, que trabajan sus campos y construyen sus casas. Nos han hecho creer que ellos son el problema porque no tienen documentos, y lo peor es que ganan público a través de esos discursos».

Hace siglos fueron arrancados de sus tierras, como esclavos. «Ahora solo están aquí pidiendo un poco de lo que les hemos robado. A las mismas costas canarias de donde salían los barcos cargados de negros hace 300 años, hoy llegan miles en pateras que se ofrecen como esclavos a cambio de una vida mejor, solo que esta vez de forma voluntaria», enunció.

En su estancia en la Isla, Benito también visitó la Escuela que lo vio formarse como profesional y crear sus primeras obras. Allí conversó con los jóvenes estudiantes y manifestó su orgullo de ser hijo de esas aulas.

Reflejar mediante el séptimo arte los problemas más amargos de la sociedad siempre ha sido una constante en las producciones del español Benito Zambrano. Veinte años después, todavía el público cubano se emociona, ríe y canta con Habana Blues, el filme que nos regalara en 2005 sin saber la repercusión que tendría en la historia cinematográfica y musical del país.

Hoy, como tantas veces, regresa a la tierra en la que se formó como cineasta hace algunas décadas, y lo hace en el marco del 45 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano para presentar su nueva película El Salto, un drama que relata las duras pruebas a las que se someten los emigrantes africanos, una vez que emprenden viaje hasta costas europeas.

En una charla ofrecida en la sala Taganana, del Hotel Nacional, dio varias referencias: «Me llamó el programa de Transcultura de la Unesco para que trajera esta realidad hasta aquí, y, por supuesto, no pude negarme. Para mí es un enorme placer estar en La Habana, una vez más, e intentar devolver un pedacito de todo ese conocimiento que me llevé durante mis años como estudiante de la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños. Aquí me formé, nació mi primer guion, conocí grandes productores y amigos. La Habana siempre me trajo mucha suerte», comentó.

«El Salto es la película más necesaria que he hecho», confiesa Zambrano, pues el fenómeno de la emigración en el sur de España ha aumentado en las últimas décadas y continúa en ascenso. Miles de personas mueren cada año, en el mar o en las fronteras de Melilla y Ceuta, en búsqueda de un futuro y las autoridades no parecen dar una respuesta objetiva al asunto.

«Este filme es el resultado de una observación personal del problema, y cuenta la historia de un joven africano que ya había conseguido llegar hasta territorio español, donde conoce a una mujer y comienza a formar una familia. Pero sus aspiraciones se ven destruidas, una vez que es deportado a su país de origen, y tiene que emprender nuevamente el viaje hacia el norte».

«En el discurso político de la derecha mundial priman la xenofobia y el odio hacia los emigrantes», denuncia, y asegura que «hoy vemos cómo algunos llaman basura a esos que limpian sus calles, que trabajan sus campos y construyen sus casas. Nos han hecho creer que ellos son el problema porque no tienen documentos, y lo peor es que ganan público a través de esos discursos».

Hace siglos fueron arrancados de sus tierras, como esclavos. «Ahora solo están aquí pidiendo un poco de lo que les hemos robado. A las mismas costas canarias de donde salían los barcos cargados de negros hace 300 años, hoy llegan miles en pateras que se ofrecen como esclavos a cambio de una vida mejor, solo que esta vez de forma voluntaria», enunció.

En su estancia en la Isla, Benito también visitó la Escuela que lo vio formarse como profesional y crear sus primeras obras. Allí conversó con los jóvenes estudiantes y manifestó su orgullo de ser hijo de esas aulas.

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