El pasado 13 de julio se conmemoró el Día Mundial del Rock. La fecha fue escogida en recordación del célebre evento benéfico de 1985, conocido como Live Aid, una convocatoria a diferentes conciertos, surgida para recaudar fondos como un paliativo a la dolorosa situación de hambruna que padecían, por aquel entonces, los pueblos africanos de Etiopía y Somalia.
Los conciertos que se organizaron tuvieron lugar tanto en Londres como en Filadelfia, y contaron con la presencia de míticas figuras del rock anglosajón. Si en el estadio Wembley, de Londres, participaron verdaderas leyendas como Elton John, Sting y Paul McCartney, y el grupo Queen; en el escenario del estadio John F. Kennedy, de Filadelfia, estuvieron Madonna, Bob Dylan, Santana y Led Zeppelin, entre tantos otros. Sin embargo –sin ánimo de demeritar la buena voluntad de Bob Geldof, el músico irlandés promotor de la iniciativa–, la conmoción que suscita la actuación de decenas de personalidades del rock, reunidas en un propósito común, se debe separar de aquellas razones que motivaron la acción, y finalmente avalar si realmente alcanzó su objetivo.
Cuando se hable del Live Aid, coincidiremos en que la actuación de Queen fue realmente memorable, como no se podrá negar que los integrantes de Led Zeppelin no tuvieron su mejor día en esa presentación de hace casi cuatro décadas.
Sin embargo, nadie recuerda si los cien millones de dólares recaudados fueron a parar, o no, a manos de las víctimas de la hambruna, lo cual parece, según datos recogidos en investigaciones, que lamentablemente solo les llegó una parte.
La verdadera ayuda para las empobrecidas naciones africanas no se puede limitar a estos hermosos, pero circunstanciales gestos humanitarios, sino a la urgente necesidad de cooperar con su desarrollo, ese que les permita alcanzar el futuro próspero que requieren.
La ingenuidad prevalece en buena medida, como se demostró en otro evento similar, pero en 2005, con el llamado Live 8. En esta ocasión, la voluntad de los organizadores era atraer la atención de las grandes potencias occidentales del g-7 más Rusia, para contribuir a la eliminación de la pobreza del mundo. En la concreta, todos recordamos que el Live 8 fue la causa de la aparición, en la escena londinense del Hyde Park, nada menos que de los integrantes de Pink Floyd, aunque se tratara de la última actuación con sus miembros originales.
Luego del show, la pobreza ha seguido creciendo en el mundo a un ritmo galopante.












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