ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Detalle del cartel de la película. 

La cotidianidad tiene una belleza de contundencia tal, que cuando un artista es capaz de verla y representarla, logra obras, además de sólidas, estremecedoras.

Es ese uno de los sellos de la realizadora cubana Patricia Ramos, y si así era evidente en su anterior largometraje, El techo lo resulta mucho más en Una noche con los Rolling Stones, que se estrenó el jueves último en el Yara, como parte de la Fiesta por el Cine Cubano, y con ello inició su ciclo por los cines de las capitales provinciales.

En esta, su segunda película, Ramos mantiene esa manera suya de contar la realidad de una forma dulce, pero sin ingenuidades, y demostrando que las mayores verdades pueden decirse sin estridencias ni ponzoñas. Y todo ello alrededor de Rita, una editora de unos 40 años, a ratos gestora inmobiliaria, que avanza en el difícil camino de quererse a sí misma y, a la vez, encontrar el amor que le hace falta.

Ella, en apariencia frágil, se mueve entre los reclamos del hijo adolescente que quiere marcharse a otro país; la visión esotérica de su madre, convencida de que puede decidir cuándo morirse; las ocurrencias de su fiel amiga actriz; las mentiras de su amante, casado y aburrido; y las oportunidades de nuevas pasiones.

Engarzada en el relato, casi como un personaje más, está La Habana con su malecón, su mar, sus calles y casas, por donde la protagonista camina y piensa, en pausas que sumen al público en una suerte de hipnosis poética.

La sutileza es rasgo de este filme, exactamente protagonizado por Lola Amores, quien se desdobla de forma impresionante en pos de Rita, y en el que se disfrutan también las actuaciones de Maité Galbán, Doris Gutiérrez, Santi Estupiñán, Jorge Martínez, Roberto Espinosa y Kristell Almazán.

El espectador pasa varias veces de la risa a la lágrima, y viceversa, para terminar sumido en una buena melancolía, a la que contribuyen, en gran medida, la música y la fotografía.

Ambientada en la Cuba de 2016, el concierto de los Rolling Stones marca el final de la historia, y se erige en una metáfora particular del planteamiento mayor del filme: la relación entre los destinos particulares y los sociales, los universos propios frente a los dilemas de la colectividad.

Una noche… no es una película simplista, ni sin riesgos, sino sencilla y rotunda. Resalta en el panorama del cine cubano actual por esa manera lírica de contar el presente, sin eludir sus crudezas. Su directora y guionista, de quien también se ha podido ver en estos días de celebración del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos, el corto El aniversario, vuelve a demostrar su capacidad para crear conmovedoras expediciones hacia lo femenino e invitaciones a calibrar la felicidad propia, o su falta.

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