Como el estadio no hay. Los aficionados gozan, sufren, se desgañitan y marchan, llegado el caso de morder el polvo del revés, en una procesión silenciosa. Los peloteros ponen lo suyo; miran al sol o a las estrellas, clavan con fuertes ojeadas a los árbitros, si son de raza, se la juegan todo en el terreno.
La intervención mediática ha ido cambiando las reglas y la percepción del espectáculo beisbolero. Si en un inicio la radio introdujo la distancia de la subjetividad –el juego de acuerdo a las pautas del narrador–, con la televisión la transformación ha sido mucho más radical. Y mucho más con el desarrollo de la tecnología. El beisbol está en casa y si acaso, por obstáculos financieros (y políticos respecto a estados Unidos), haya competencia, es con el fútbol.
La transmisión de la II Liga Élite y la improvisada Serie de las Estrellas puso a prueba la capacidad de Tele Rebelde para llegar a audiencias limitadas, dadas las restricciones del transporte público para llevar aficionados a los estadios. El espectáculo penetró en los hogares reflejado, en sentido general, como se debe.
Si al Inder, la Federación Cubana de Beisbol y la Comisión Nacional del Deporte corresponde saldar deudas, y no pocas insatisfacciones con los jugadores, los técnicos y la afición, a Tele Rebelde le toca aprovechar la experiencia acumulada, la pericia técnica y la vocación de servicio que ha caracterizado a un canal que, seamos conscientes de ello, no existe en muchos países del Sur. Una plataforma de opciones y sistematicidad en términos de producción y puesta en pantalla son valores de Tele Rebelde que, en el beisbol, se hacen evidentes.
Al principio de la II Liga Élite, lamentablemente emergieron, en un sector de la opinión pública, exacerbado por el uso irresponsable de redes sociales digitales, intentos de descalificación a la irrupción de dos jóvenes narradores. Particularmente, las flechas se cebaron en Melissa Blanco, una muchacha matancera a la que hay que facilitarle crecimiento como narradora, porque como periodista redondeó faenas al final de la serie. El machismo sacó su oreja peluda. Melissa sobrecumplió su cometido como corresponsal en el terreno de juego, entrevistadora y conductora hábil de las ruedas de prensa al final de los partidos de postemporada.
El no haber podido garantizar la presencia física de las parejas de narradores en las cabinas de transmisión de los estadios durante los play off trajo, en determinados momentos, indefiniciones. Imagino que la gráfica auxiliar que se coloca en el margen superior derecho de la pantalla doméstica haya mermado su eficiencia por idénticos motivos. Este fue un factor deficiente en la posproducción, apellidos mal escritos, conteos incompletos.
En nuestras transmisiones se echan de menos también las gráficas de las zonas de strike, valioso instrumento de orientación para el aficionado televidente.
Tele Rebelde cuenta con talento y deseos de hacer. El beisbol se halla en el centro de gravedad de su programación. Yo al menos no me pierdo Bola viva, pues de los criterios encontrados nacen buenas ideas.


 
                        
                        
                        
                    







 
         
         
         
         
        

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