
Para los cazadores de lentejuelas eran mucho más importantes el vestuario, los accesorios, la alfombra roja y, sobre todo, la posibilidad de implantar un récord en la ganancia de recompensas en los Globos de Oro 2024, que el logro artístico de Meryl Streep en el reparto de la tercera temporada de Asesinato en el edificio, comedia seriada estadounidense que Multivisión transmitió a fines del año pasado, de arriba abajo, en la franja vespertina; algo así como una bocanada de aire fresco en medio de producciones oscuras, dramáticamente farragosas.
Al divisar el elenco, cualquiera diría que la clave de la popularidad estaba asegurada de antemano. Mas no es así. Usted puede reunir una pléyade de famosos y nada resuelve, salvo llamar la atención de los cronistas de farándula. En la serie que comentamos, además de la Streep, se hallaba, entre los creadores, el veterano comediante Steve Martin, tarea que compartió con John Hoffmann, mientras en el reparto lo acompañaban Martin Short, dúctil y habilidoso hombre de la escena musical en Canadá y en Estados Unidos, y Selena Gómez, nacida en Texas, con una fulgurante carrera como estrella juvenil de la factoría Disney.
En los papeles secundarios hubo donde escoger, desde Sting haciendo de sí mismo hasta un exultante Paul Rudd en el papel de la víctima principal de la tercera temporada, pasando por la probada Tina Fey, en un carácter que definió en buena medida el calado de Asesinatos en el edificio.
La serie, humor negro aparte, apunta al desmontaje de uno de los fenómenos más singulares de la comunicación masiva en nuestro tiempo: el podcast. No se trata de demonizar y descalificar ese tipo de producción básicamente radiofónica que nació como una de las formas más expeditas de renovar y abrir el diapasón de quienes no tienen tiempo de sentarse frente al televisor, o ante el receptor radial, en la era del streaming, y prefieren consumir a su aire contenidos que se difunden en canales digitales en el lugar y la hora que al escucha le convenga.
El problema está en el uso y abuso del podcast como piedra de escándalo y tierra abonada para satisfacer el morbo. Dos viejos actores lejos de sus momentos de gloria y una jovencita seducida por las nuevas compuertas de la comunicación se disponen a crear un podcast a imagen y semejanza de los tantísimos que abundan en Estados Unidos sobre crímenes reales. Mabel toma por referencia a Cinda Canning (Tina Fey), realizadora de un podcast sobre crímenes reales a la que se le está agotando el combustible inspirador. El otro gran protagonista es el edificio Arconia, una muy típica construcción neoyorkina que da pie para ventilar la sicología y los hábitos de los habitantes de esa zona de la ciudad.
El resto, la trama en sí misma, importa mucho menos. Disparatados conflictos, sorprendentes giros, situaciones inesperadas, nada se puede tomar demasiado en serio: una fagotista asesina, sospechosos habituales que se desmarcan de la noche al día, esperpentos vivientes, viejas chismosas, extravagancias sin límites.
Y a todas estas, la Streep, con sus 74 años a cuestas, reinventándose en gesto y contención. Por si fuera poco, canta como en los mejores días de Broadway. La alfombra roja es un desperdicio; cuenta mucho más el arte.
Lo difícil será sostener el aliento creador en una cuarta temporada.










 
         
         
         
         
        

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