No por azar las piezas de este insigne creador cubano están situadas en un lugar estratégico, al alcance de todas las retinas, con tan solo cruzar el umbral de Fiart 2023. Aunque, verdaderamente, se alcanzarían hasta en el último rincón del inmenso recinto de Pabexpo. La calidad, el buen gusto y la belleza –que está unida con lo utilitario en todo lo que crea– se hacen eco en las obras de este muy premiado artista y artesano que responde al nombre de Eduardo Aragonés.
Una luz interna, una tenue energía, formas atrevidas y novedosas se transpiran al estar en contacto con los trabajos de este vitralista, hacedor de maravillas que nos encienden las miradas e iluminan siempre sus espacios en cuanta feria, exposición y encuentro participe, de la mano de sus «hijos» creativos.
Tiene, aun, mucho más: una extraordinaria capacidad de jugar con el tiempo. Pues, podemos apreciar una antigua mampara, en la que, a través de sus manos, conjugando el plomo y otros metales con el vidrio, recrea unos vitrales geométricos y muy suyos, que pudieran cambiar la estética de la otrora época y acercarlos a la contemporaneidad; amén de esas lámparas, con sus formas, que parecen llegar de sueños o naturalezas idílicas.
Recrea cada superficie con sus instintos artísticos, suma el volumen que la hace más real y cercana, añade el color como un mago –también de las formas–, para regalar piezas, con un estilo propio, que se quedan largo tiempo en nuestra memoria, como ancladas en cada gusto personal, que parece conocer a la perfección.
Una suerte poder encontrar el arte, escondido en las piezas, que están realizadas, artesanalmente, con las manos del artista, y también con su talento, sudor y alma, «ingredientes» necesarios para valorarla. Y, sobre todo, para que pueda respirar a sus anchas en un encuentro como este, que subraya, al menos en su nombre, los mejores sueños del hombre, esculpidos en las más disímiles materias y recursos, y que regala nuestra casa común: la naturaleza, en la que deja las mejores huellas.
Porque en las manos del artesano no hay magia. Son horas de paciencia, de intensa laboriosidad, de experimentación ilimitada buscando lo anhelado: esa forma especial que resuelva el dilema del arte. En el caso de Eduardo Aragonés, se traducen en el tiempo, en distinguidas creaciones, con tenues colores traslúcidos, y muchos otros objetos que iluminan la cotidianidad. No cabe duda, trabaja con elegancia y precisión, en una categoría de peso pesado, que seduce hasta el gusto más exigente. Estas piezas no pueden pasar por alto, quedarán grabadas en su memoria.
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