ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Para el telespectador, la garantía tuvo un nombre, Idris Elba. Foto: Fotograma de la serie

Secuestro aéreo fue un arduo desafío para los realizadores y la audiencia; unos, porque debieron recrear casi en tiempo real la duración de un acto de piratería y terrorismo en un vuelo internacional; la otra, atrapada a lo largo de siete capítulos e idéntica cantidad de horas, con la expectativa de descubrir qué había detrás de aquel evento.

Para el público, la garantía tuvo un nombre, Idris Elba. La serie, transmitida originalmente este mismo año por la cadena Apple, y desarrollada por siete guionistas a partes iguales, apostó todas las cartas al desempeño del corpulento y célebre actor británico, famoso ya por la interpretación de Luther.

Sin Elba no hay serie; no importa que sean poco creíbles sus acciones bajo la piel de Sam Nelson, negociador corporativo devenido prestidigitador ante las situaciones extremas del secuestro aéreo. Resulta insostenible el modo en que Nelson se salva una y otra vez, pasea por el avión, domina mentalmente a los secuestradores y, al final, en un acto aún más increíble, devuelve a tierra a la mayoría de los pasajeros y tripulantes. Por si fuera poco, el enfrentamiento de último minuto con el jefe de los frustrados secuestradores, en una cabina milagrosamente intacta tras el aterrizaje forzoso de una aeronave llameante, sazona con una dosis de estupor el desenlace.

Al espectador se le van presentando las cosas como son y no son. Al diablo si quedan cabos sueltos, como la petición inicial para liberar a un prisionero terrorista en la India. No le dé tampoco demasiadas vueltas a los giros imprevistos de los dos últimos capítulos, el plan c que puso al frente de la nave a una mujer víctima de la extorsión de los verdaderos secuestradores, a quien, por cierto, Nelson y los guionistas le perdonan la vida, pese a haber asesinado al piloto.

Si hubiera que subrayar una línea original en la producción británica, sería la de atribuir a la especulación financiera el motivo real del secuestro. Al menos los tópicos para tales acciones, explotados después del atentado a las Torres Gemelas, no aparecen.

Pero insisto, Elba es el alfa y omega, y quien paga, manda.

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