ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Resulta imposible permanecer indiferente ante la ostensible carga de adrenalina que se desborda en el concierto. Foto: Hernández Castro, junior

Todavía hay gente entre nosotros que opina que tocar covers, o sea versiones, de clásicos del rock, es una manifestación de arte menor. Francamente, no saben de lo que se están perdiendo. De continuar en semejante línea de pensamiento, podríamos restarles el valor a las numerosas versiones de cualquier standard del jazz que se tocan en el mundo.

Lo que pasa es que hacer bien un cover es muy difícil, y mucho más cuando se aspira a emocionar al público. No obstante, de entre los magníficos vocalistas de rock que habitualmente se presentan en el Centro Cultural Submarino Amarillo, hay una cantante que marca la diferencia. Lo mismo con la veteranía de Los Kents que desplegada en el entorno juvenil de Luces Verdes, cuando Liliam Ojeda interpreta temas de Aerosmith, como Dude, looks like a lady, Separated Ways de Journey o Try de Pink, resulta imposible permanecer indiferente ante la ostensible carga de adrenalina que se desborda en el concierto.

Se trata de una encendida pasión con la que la experimentada front woman asume el acento de estos clásicos, como si buscara hacernos sentir lo más cercano posible a la atmósfera original de tales temas. Pero, independientemente de las condiciones intrínsecas de Lili para cantar rock, cuando ella decide aparecer en la escena, hay un sinnúmero de variables que nos permiten comprender la favorable acogida con que es recibida por parte del público.

Quizá la primera es que estamos frente a una vocalista que asume la profesionalidad como una actitud ante la vida, actitud que necesariamente no consiste en ser más o menos original, sino en que se parte de un respeto por la vocación ejercida. La valía de semejante rigor tiene las raíces en su condición de dramaturga graduada del Instituto Superior de Arte, además de haber trabajado en el conjunto artístico comunitario Korimakao, de la Ciénaga de Zapata, por espacio de tres años.

No obstante, su estancia, durante prácticamente una década, en Red X, la añejada agrupación roquera de Jorge Martínez, al igual que como integrante del coro en el grupo de Frank Delgado, le proporciona los rudimentos imprescindibles para dominar la dramaturgia de un concierto a través de mecanismos de comunicación con el público.

Realmente, disfrutar de la presencia de Lili en el escenario significa la oportunidad de ser testigos de un singular espectáculo para compartir toda esa energía que nos han dejado como legado musical las celebridades del rock, pues, como ella misma afirma, «apropiarse de determinadas cosas y sintetizarlas desde nuestro cuerpo y nuestras vivencias, para devolverlas de otra forma, también es una forma de creatividad, siempre que se haga con amor y respeto».

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