ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
El trovador chileno Manuel García. Foto: Tomada de los40.cl

Un nuevo y muy alto eslabón en la jornada con que Casa de las Américas conmemora el cincuentenario del cuartelazo contra el gobierno de la Unidad Popular en Chile, y de la caída de su presidente Salvador Allende, tendrá lugar este viernes 15 de septiembre en la sala Che Guevara, cuando se presente, por primera vez en Cuba, el cantautor Manuel García.

Quien comparecerá registra un itinerario artístico de notables valores musicales y éticos, que lo coloca en la vanguardia de los continuadores, y a la vez renovadores, del movimiento de la Canción Popular en la nación austral.

Para la Casa de las Américas ha titulado el concierto Chile: 50 años del golpe de Estado, en tanto compartirá memoria y vocación de futuro, a la vez que saldará, según ha dicho, una deuda con un público al que desde hace mucho tiempo ha querido cantar.

De acuerdo con una nota de la Embajada de Chile en Cuba, García dedicará además su presentación a la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, y en ella recorrerá cada una de las décadas de los últimos años de la historia de su pueblo.

Al día siguiente, sábado 16, el cantautor se trasladará a Santa Clara, donde en horas de la noche ofrecerá un recital en la sede del Comité Provincial de la Uneac, y será arropado por los trovadores de la región.

En la conexión cubana de García, Silvio Rodríguez deviene referente ineludible. Cuando el chileno compuso, en 1996, El viejo comunista, lo hizo luego de haber escuchado Reino de todavía, tema del cubano al álbum Domínguez. La idea era reivindicar la utopía en medio del desencanto y la pérdida de valores que sobrevino a la caída del Muro de Berlín.

Estaba lejos de suponer que Silvio lo acompañaría en el reestreno de El viejo comunista, a dúo, el 1ro. de mayo de 2020, segundo sencillo del disco Caminante, uno de los más exitosos de su carrera, cuya campaña promocional culminó dos años después, con un multitudinario concierto en la Movistar Arena del parque O’Higgins, en la capital chilena.

Por el Día de la Música, en 2008, en la Quinta Normal de Santiago, ante miles de personas, García había entonado, a golpe de campanas y con acento rock, Santiago de Chile, de Silvio.  

«Mi música –explicó en una ocasión– nació como una pulsión de dialogar con las problemáticas sociales que muchos y muchas sufrimos en carne propia en tiempos históricos muy difíciles y oscuros en nuestro país; aprendimos a cantar para sobrevivir existencialmente a las adversidades».

Entre sus afinidades suele situar a sus venerados Violeta Parra y Víctor Jara, y al argentino Atahualpa Yupanqui. A su llamado, en plan colaborativo, han acudido el cantautor español Pedro Aznar y su compatriota Mon Laferte, concertados en la pieza La danza de las libélulas.

¿Aspiraciones de Manuel García? «En el fondo, mis canciones buscan y necesitan que alguien las pueda sentir, y solo cuando las acogen y la gente dialoga con ellas, entonces recién se convierten en canción».

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