ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Fotograma de la serie

La correspondencia entre el producto y la expectativa, o sea, entre lo que sucedió en la pantalla y lo que la audiencia aprueba, permite aproximarnos a una valoración cualitativa de la propuesta, más allá de desencuentros y desajustes.

Si un espacio de la programación dramática de la TV Cubana genera grandes expectativas, superiores a lo que es posible y factible entregar, ese es Tras la huella (Producciones Taíno). Al telespectador en casa le gustan los policíacos, y si apuntan a nuestra realidad, mucho más. Existe una tradición, un linaje en la programación posterior a 1959, desde los tiempos de Sector 40 y Móvil 8, con sus momentos climáticos y sus caídas, de ahí que estas últimas no se perdonen.

El verano de 2023 trató de resarcir deudas con el espacio, para colocarlo nuevamente en el orden de las preferencias; misión harto complicada por los plazos de producción y las dificultades logísticas, y sobre todo el empeño de conseguir historias creíbles, apasionantes y aleccionadoras, cualidades que no siempre coinciden en idéntico rango. Nunca olvidemos que Tras la huella recrea hechos reales, alerta sobre los modos de operar de la delincuencia y las coordenadas que facilitan la comisión de delitos, y confirma la voluntad de las fuerzas del Ministerio del Interior por no dejar ni un solo resquicio a la impunidad.

Dicho sea esto como factor para tener en cuenta, más ahora que nunca, cuando desde medios y plataformas adversos a la Revolución se ha intensificado la campaña de sembrar aviesas matrices de opinión acerca de la supuesta ineficiencia del trabajo policial y el incremento de un clima de inseguridad ciudadana. La realidad cubana de nuestros días es álgida y compleja; gravitan sensibles limitaciones materiales y se observa la erosión de valores en ciertos sectores e individuos, como consecuencia del recrudecimiento del bloqueo, la situación pospandémica y turbulencias en la aplicación de medidas económicas, pero faltaríamos a la verdad si hiciéramos tabula rasa de logros y conquistas, y negáramos los apreciables índices en el esclarecimiento del delito, y lo más importante, desconociéramos la confianza de la ciudadanía en la actuación de las fuerzas del orden interior.

En línea con tales presupuestos, la temporada estival de Tras la huella abrió y cerró con dramatizados que abordaron no solo temas de palpitante actualidad, sino plausibles maneras de comunicar esos temas desde la ficción. Ojo por ojo focalizó el enfrentamiento al tráfico de drogas, mientras que Libre cambio puso sobre el tapete conductas criminales vinculadas al mercado ilegal de divisas. En ambos casos, los puntos de partida tomaron impulso desde la misma concepción de los guiones, a cargo de Alberto Luberta Martínez y Eduardo V. Consuegra, respectivamente, materializados por Nohemí Cartaya, realizadora que ha ido ascendiendo del oficio al manejo responsable y pleno de los recursos narrativos audiovisuales.     

Libre cambio mostró los vasos comunicantes entre historia, contexto, desarrollo de los caracteres dramáticos y exposición y resolución de las trazas argumentales, mediante un ritmo ágil, la imbricación de líneas de acción que evolucionaron desde el paralelismo hasta la confluencia, y la imprescindible dosificación de la intriga policial.

En el plano actoral no pasaron inadvertidos los singulares desempeños de Enrique Bueno, el cerebro de la operación delictiva, y de Frank Mora, cuyo amplio registro alcanzó aquí una cota diferente a la que transita por estos días con su Pascual, en la telenovela El derecho de soñar.

Con todo, hubo determinadas máculas en la realización: no se justificaron las reiteradas cortinas lunares ni las tomas aéreas del litoral capitalino para indicar progresiones temporales; ni la profusión de tazas de café con el ánimo de subrayar los comportamientos cotidianos del equipo de investigadores; ni tuvo sentido la presentación de estos últimos avanzando en el capítulo final al modo de los protagonistas de Mentes criminales y otras series estadounidenses. Habría que ver, por demás, si la trama daba para tres episodios.

La fidelidad de la teleaudiencia a Tras la huella tendrá nuevos desafíos en la prometida temporada de fin de año.

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