El amor al arte puede llegar a ser, incluso, más fuerte que las inclemencias del tiempo. Así quedó demostrado este domingo en el cual, a pesar de la lluvia, el público capitalino asistió a la función de cierre de la temporada del musical El Fantasma de la Ópera, en el Teatro Martí.
Debido a la afluencia de personas durante los tres fines de semana de presentaciones, siempre a teatro lleno, la dirección y el elenco de El Fantasma... decidieron el último día realizar doble función, a las 5:00 p.m. y a las 7:00 p.m. Esta demanda demostró las preferencias, en especial de los jóvenes, por el teatro musical y particularmente por esta obra, una de las más famosas de Broadway.
La puesta en escena constituye una versión renovada, con dirección artística y general de Alfonso Menéndez y la producción a cargo de Jorge Luis Frías. En el elenco se unió el talento de actores del Teatro Lírico Nacional de Cuba (TLNC) junto al de los recién graduados bailarines del Ballet Teatro América, dirigido por Esperanza Pinal.
Además de marcar el debut del cuerpo de baile, que deleitó con sus representaciones de la danza egipcia y el baile de máscaras, este espectáculo, que implicó una producción compleja, también ofreció la oportunidad de crecer en sus carreras a Iré Daniel Jiménez, Cristian Cuevas, Gabriela Mesa, Tiffany Hernández, Pablo Ramos y Patricia Rodríguez, entre otros jóvenes intérpretes del TLNC, quienes demostraron igual profesionalismo, entrega y defendieron sus personajes con tanta pasión como los más experimentados, entre estos, Rey Quintero, Dayri Llanes, Katia Selva e Israel González.
Por medio de Rey Quintero y Dayri Llanes, se unieron en el Teatro Martí el espíritu de El Fantasma y la voz de su musa, Chritine Daaé. El dulce juego de seducción entre los intérpretes cautivó al público, hechizado con la idílica historia de amor que se desarrolla en los misteriosos laberintos de la Ópera de París a finales del siglo XIX, escenario que se logró recrear en la actual puesta, por medio de la escenografía y diseño de luces al estilo gótico, así como con el vestuario y los accesorios.
Del «suspiro» por el ambiente romántico, el público pasó a la exaltación después de que el fantasma secuestró a su amada. La enorme lámpara en el techo del teatro comenzó a titilar. Las bailarinas, dispersas por toda la platea, causaron revuelo. A pesar de ser una obra muchas veces escenificada y llevada al cine, esta producción logró mantener a la expectativa a los asistentes.
Los intérpretes, en ocasiones, aparecieron de forma inesperada en los palcos del teatro. Realizaron varios y rápidos cambios de vestuario, incluso, hasta en el escenario. Muchas escenas las desarrollaron sobre set rodante y en otras escalaron con agilidad. De los andamios que formaban parte de la escenografía se colgaban sin ningún tipo de protección, a pesar de estar varios metros sobre el suelo. Esta versatilidad y riesgos asumidos, reafirmaron que los integrantes del TLNC, además de poseer hermosas voces, son actores, como se dice, de armas tomar.
Después de extensos aplausos de pie al finalizar la función, a la salida del teatro, de vuelta a la realidad y a pesar de la lluvia, se escuchaba a varias personas tararear la canción del icónico dúo de El Fantasma y Christine.
Días después de presenciar el espectáculo, todavía perdura esa sensación, igual que la que tuvo en un momento el personaje de Christine, como de haber vivido un sueño. Tal vez es el efecto de someterse a la magia de El Fantasma de la Ópera, también conocido por El Ángel de la música.










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Bertica dijo:
1
1 de septiembre de 2023
15:50:26
Jorge Luis Frías Armenteros dijo:
2
1 de septiembre de 2023
18:39:13
Aníbal dijo:
3
2 de septiembre de 2023
01:17:37
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