Cada vez estoy más convencido de que el programa Una calle, mil caminos, bajo la dirección general de Magda González Grau, requiere del acompañamiento atento de padres, familiares, maestros y otros actores sociales. Dicho de otro modo, no debe circunscribir su radio de acción al universo de la adolescencia, en tanto una más amplia recepción de sus contenidos debe interesar a una audiencia que rebasa a quienes comienzan a transitar por la segunda década de su existencia.
Me asiste esa percepción luego de apreciar algunas de las entregas de la actual temporada veraniega, los sábados por Cubavisión, no solo por el calado de los temas, sino por lo que pudieran aportar a la comprensión de los conflictos de esa etapa crucial en la vida de las personas.
El gancho del espacio sigue siendo, sin duda, la propuesta dramatizada. No todas, por supuesto, poseen la misma altura ni idéntico nivel de realización, aun cuando lo que importe a fin de cuentas sea la manera en que la ficción responde al interés temático e incentive en los televidentes una reflexión sobre el asunto tratado.
Pero algunos de los telefilmes proyectados en la actual temporada se sostienen por sí mismos. El último sábado, por ejemplo, Una calle, mil caminos transmitió Siluetas, historia escrita por Hugo Rivalta, y realizada por Rei Castañeda. Sobre el tapete, la anorexia y la bulimia, afecciones padecidas por adolescentes que dañan tanto la mente como el cuerpo.
La obsesión de la protagonista por «mantener la línea» la lleva a exagerar restricciones en el consumo de alimentos, a provocarse vómitos, a lesionar su autoestima, a desajustar su propia conducta social.
El registro sobrio de la evolución del personaje y el retrato ponderado del entorno en que se desenvuelve emergen como méritos atribuibles a una feliz articulación de escritura, puesta en pantalla e interpretación, en este caso de una actriz a la que habrá que seguir, Paula Varela.
Siluetas funcionó como el eslabón que completó la estructura de un espacio de orientación social que ha sabido ponerse al día a lo largo de un decenio. En la senda de reforzar la empatía con los telespectadores, el programa cuenta ahora con la conducción de Ingrid Lobaina y Anabel Arencibia, jóvenes actrices que en la segunda temporada de Calendario conquistaron el favor del público. Y como para abrir el debate acerca de los temas asumidos, además de la participación calificada de una voz autorizada por el saber científico, la sección Vox populi posibilita la concurrencia de otras voces.
Por cierto, entre la bulimia y la anorexia emergió una arista que alguna vez será menester abordarla en su complejidad cultural e ideológica: los cánones de belleza impuestos por la hegemonía occidental. Queda como asunto pendiente.












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Iris Hernández dijo:
1
22 de agosto de 2023
14:00:33
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