ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

El compositor cubano Yalil Guerra. Foto: Tomada de su perfil de facebook

Al cumplir medio siglo de vida, el compositor cubano Yalil Guerra acaba de emprender una nueva aventura musical: la fundación de la Guerra String Orchestra (GSO), en la ciudad californiana de Pasadena.

Radicado en Estados Unidos, donde completó su formación, el también guitarrista estrenó la agrupación de cámara con un concierto en el que se escucharon obras fundamentales del repertorio universal (Bach, Mendelssohn), junto a otras de su propia cosecha, como Al partir, en primera audición mundial.

Siempre hubo, en la velada que tuvo lugar en la iglesia St. Andrew, sede permanente de la orquesta, un emotivo tributo a Aurelio de la Vega (1925–2002), mentor suyo y uno de los compositores imprescindibles de la vanguardia cubana del siglo XX.

Al titular la entrega Old Havana, Yalil quiso subrayar nuevamente y, de modo particular, sus vínculos raigales y su sentido de pertenencia a la cultura cubana.

Sus experiencias de trabajo con la Orquesta Sinfónica Nacional y la orquesta Solistas de La Habana enriquecieron sus horizontes artísticos y confirmaron los vasos comunicantes entre culturas que en el diálogo se nutren mutuamente.

Justo de su cercanía con el colectivo que dirige Iván Valiente en la capital cubana le vino parte del impulso para la fundación de la GSO. Yalil ha cobrado conciencia de vivir «en un mundo en donde la música que embrutece se escucha en todas partes, donde a la industria cultural le conviene entretener con lo menos productivo para la sociedad».

Los programas de la GSO aspiran a ampliar la apreciación y el goce musicales, con todo el rigor posible. En esa ruta aspira a estrenar la música de sus alumnos de composición y la obra de compositores iberoamericanos y, por supuesto, cubanos, los cuales, está convencido, «tienen mucho que ofrecer al mundo y pocos se conocen por el público no especializado».

La segunda estación de la GSO está prevista para el próximo septiembre, en una velada que alternará partituras de probada pegada –Suite Holberg, del noruego Edvard Grieg; y Adagio para cuerdas, del estadounidense Samuel Barber– con estrenos de piezas de su autoría (Tierra ignota), del mexicano Bernardo Feldman (Del tingo al tianguis) y el norteamericano Ion Krouse (Sinfonía para cuerdas No. 2 Song of freedom).

Más temprano que tarde, Yalil confía en favorecer un intercambio entre la GSO y formaciones cubanas afines como Solistas de La Habana y la Orquesta de Cámara de La Habana. «No olvides –subrayó– que soy un cubano en Pasadena».

 

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