ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Jorge Enrique Caballero, maestría y compromiso desde la escena. Foto: Pablo Massip

Ninguno de los espectadores que asistieron a las cinco funciones de Voces de 1912, el pasado fin de semana en la sala El Sótano, de la capital, fueron indiferentes a la intensidad de la obra concebida e interpretada por Jorge Enrique Caballero, en quien reconocemos a uno de los más completos exponentes de las artes escénicas cubanas de las últimas décadas.

La puesta en escena aborda un hecho traumático acontecido en los albores de la vida republicana: la masacre de negros y mulatos –¿cuántas víctimas?, ¿mil, 3 000?– a raíz del levantamiento de los Independientes de Color, en una perversa operación que rebasó a los integrantes del movimiento político y alcanzó a cubanos de piel negra en lo que apuntó, en el momento de mayor ensañamiento durante la primavera y el verano de 1912, a una operación de limpieza étnica llevada a cabo por el ejército y fuerzas paramilitares imbuidas de odio racial antinegro, ideología enraizada desde los tiempos de la colonia y la economía de plantación.

Sobre la masacre –no hay otro modo de llamarla– se cernió un manto de silencio y otros dos más terribles, la estigmatización de las víctimas y la distorsión de las causas que se conjuraron para el terrible desenlace. No olvidar que los líderes y muchos de los implicados en el movimiento habían contribuido a la gesta independentista desde las filas del mambisado, y asistían entonces a la marginación social impuesta por las clases que se apropiaron del botín político republicano. Puede discutirse hasta la saciedad si la táctica del alzamiento fue correcta, incluso si para la constitución del Partido Independientes de Color, el 7 de agosto de 1908, estaban dadas las condiciones que facilitaran su inserción exitosa en el panorama político de la época; pero, quien quiera ver que vea, jamás hubo una sola línea segregacionista en su programa; por el contrario, aspiraba a conseguir la justicia social, para negros, mulatos y blancos, la sociedad en pleno, cercenada en la realidad.

Con la lucidez que caracterizó su pensamiento, Fernando Martínez Heredia puso en contexto las coordenadas propiciatorias: «En la coyuntura trágica de 1912, el imperialismo amagó con intervenir en defensa de sus nacionales y sus propiedades, y los Independientes de Color fueron acusados de antinacionales, de propiciar la intervención extranjera y, naturalmente, de racistas. No hubo solidaridad para ellos, se quedaron solos en los campos de su Patria, y sí enfrentaron la gran matanza que en Oriente sacrificó a muchos humildes por ser negros, como un gran escarmiento que fijara los límites que no podían trascender los de abajo en la república cubana».

Poco a poco, con pasos firmes, aunque insuficientes todavía para su más completa comprensión, sobre la masacre de 1912 se han arrojado luces desde la historiografía, sobre todo a partir de las conmemoraciones centenarias de la fundación del movimiento y su decapitación. Destaco, por ejemplo, la publicación de Apuntes cronológicos sobre el Partido Independiente de Color, de Bárbara Danzie, Iván Dalai Vázquez, Raúl Ramos y Doreya Gómez (Ed. Santiago, 2012), prologado por Martínez Heredia. Necesaria es la proyección por nuestra televisión pública del formidable documental de Gloria Rolando, 1912: voces para un silencio. Hace dos años, por iniciativa del Programa Nacional contra el Racismo y la Discriminación Racial, quedó constituida la Catedra 1912 adscrita al Centro de Estudios Maceo Grajales, de Santiago de Cuba, con los auspicios del Ministerio de Cultura y la Comisión José Antonio Aponte, de la Uneac. Esta Comisión, de la cual Jorge Enrique es miembro, propuso introducir en los textos de la enseñanza media elementos que permitan a maestros y estudiantes una perspectiva sustancial acerca de aquellos acontecimientos.

Volvamos a la obra de Jorge Enrique. Desde la pasada década, el teatrista ha venido desarrollando una labor escénica encaminada a poner de relieve aportes significativos de personalidades cubanas de ancestros africanos al tejido sociocultural de la nación. Conviene revisitar sus obras sobre Brindis de Salas y Kid Chocolate, piedras angulares del proyecto Ritual Cubano Teatro. Voces de 1912 significó un punto de giro en cuanto a complejidad dramatúrgica, puesto que se trataba de integrar una visión poliédrica y a la vez condensada de los sucesos, con sus orígenes y repercusiones.

Contó con el apoyo del Consejo Nacional de las Artes Escénicas y la Fundación Nicolás Guillén, el aliento de su tutora Corina Mestre, la asesoría de Marilyn Garbey, la colaboración de Eduardo Eimil para la puesta en escena y del maestro Alexander Varona para los movimientos coreográficos, y la integración a las tablas de los músicos José del Pilar (venerable percusionista de memoria ancestral), Jesús Angá, Gigi Garciarena y Llilena Díaz, quien creó y recreó tonadas ad hoc. A ellos se sumó el cineasta Jonal Cosculluela.

Despliega el actor, secundado por los músicos y en medio una atmósfera sobria pero  impactante por su visualidad, una impresionante asunción de personajes diversos, reales (entre ellos Evaristo Estenoz, Morúa Delgado, Juan Gualberto Gómez) y simbólicos protagonistas de un ritual que imbrica hechos y subjetividades, conflictos y percepciones, en el que se evidencia una asimilación creativa de huellas identitarias, bajo el principio filosófico de Oyekun Meyi, el oddun de Ifá de linaje fundacional, que habla a la manera en que lo hace el pensamiento tradicional africano, de la vida, la muerte y la reproyección de la vida.  

Voces… no es una lección de historia, sino una aproximación a la historia de donde extraer lecciones para el presente. Aporte medular este en la ruta del Programa nacional contra el racismo y la discriminación racial y el subprograma de la memoria histórica. Para tomar conciencia, sobre la base de la indisoluble relación dialéctica de la emoción y la intelección, acerca de cuánto es posible, pertinente y necesario avanzar hacia la integración del color cubano a que nos llamó Nicolás Guillén. 

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Gisela odio dijo:

1

10 de agosto de 2023

13:48:21


Me encantó la obra, y también el trabajo que está haciendo el gran actor Jorge Enrique con el tema del racismo. Por suerte, pude ver la trilogía completa!!!!! Felicidades a JE y al equipo de realización.