Caracas, Venezuela.–Cruzan los mares, desandan la vasta geografía bolivariana, tras su paso por las comunidades la gente memoriza algún poema sobre la historia de los corajudos que fundaron una Cuba nueva o comienzan a narrar, cual juglares, los cuentos del bravo pueblo. Hay quienes han aprendido bailes con el sabor de ritmos antillanos. Todo ha sido sembrar y formar.
No hay fronteras para los cubanos que, patria adentro, con arte, adormecen los pesares y riegan las tradiciones de esta tierra morocha. Durante 15 años, más de 15 000 colaboradores de la Misión Cultura Corazón Adentro han desarrollado su labor en Venezuela, a sabiendas de que la cultura es el aliento de nuestras revoluciones.
Ayer esa misión arribó a su décimoquinto aniversario, fecha que celebraron los cooperantes junto a los artistas aficionados nacidos de la propia labor formativa de los especialistas de la Mayor de las Antillas.
En la comunidad La Piedrita, de la Parroquia 23 de enero, la mañana se iluminó cuando salieron a escena los pequeños de la Colmenita Bolivariana de Fuerte Tiuna, una de las 44 constituidas acá por nuestros instructores de arte.
La ocasión fue propicia para hacer entrega de la Distinción 26 de abril a quienes han dedicado su quehacer a enarbolar la cultura como estandarte en la formación de valores, teniendo siempre en cuenta el papel de los artistas en la sociedad.
Como las buenas canciones viejas –esas que no se olvidan jamás– los corazones venezolanos, tocados por nuestros instructores de arte, no podrán despegarse de la ternura con que los colaboradores cubanos han curado sus heridas del alma.
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