
¿Adónde ha ido a parar el doctor Raphael Balthazar?, se preguntan los televidentes que presenciaron por Multivisión el capítulo final de la cuarta temporada de la serie francesa.
La continuidad está servida. Acosado por un destacamento de búsqueda y captura, a cuyo frente se encuentra un detestable jefe, y por su contraparte policial, fichado como presunto asesino en serie, el protagonista se fuga por un pelo de la casa paterna; las autoras del guion –dos mujeres, Clothilde Jamin y Clelia Constantine– aseguran contrato con las productoras Beaubourg, y las televisoras de Francia y Bélgica involucradas toman por el cuello a los espectadores a la espera de la quinta temporada. Esta última, dicho sea de paso, comenzó a transmitirse en sus países de origen a mediados del pasado enero.
Desde que salió al aire por primera vez en 2018, Balthazar puso las cartas sobre la mesa. La construcción de personajes y situaciones remite a lo ya visto en El mentalista, Castle y Lucifer. Medicina forense, detectivismo y coqueteo con lo paranormal.
En primer plano, un inefable doctor, Tomer Sisley, actor francoisraelí, en el centro de una imagen posible a otra irreal, exagerada. De la pedantería y la arrogancia en dosis permisibles al desborde. Saca de la manga soluciones, primero plausibles, y luego rocambolescas. De la comicidad al disparate. La competencia con las series estadounidenses inclina y obliga.
Todo era medianamente admisible en las dos primeras temporadas y hasta cierto punto en la tercera, caracterizadas por el duelo entre el forense y la capitana Bach (Helene de Fougerolles), que balanceaba con su racionalidad los arranques del doctor. En la cuarta, la actriz salió del elenco y dio paso a la capitana Camille Costes (Constance Labbé), que en el pasado tuvo un revolcón con el protagonista. Por si fuera poco, los diálogos con su prometida asesinada se volvieron cada vez más oscuros y luciferinos; la apariencia física de esta se transformó con tatuajes espectrales, mientras los realizadores abusaban de falsas pistas en el tejido criminal, a partir de que se desplazara el foco hacia la probable inculpación de Balthazar.
Para colmo, la relación de este con su última pareja tomó un giro imprevisto: nadie podía calcular que las guionistas la convirtieran en un ser turbulento y desagradable. Fue como si para estirar la serie, apelaran a continuos tour de force. Una vez funcionan, otras no. Coincido con la apreciación de la crítica española Mar Pons cuando apuntó: «Existe una llamativa y creciente disparidad en el transcurso de los episodios: mientras los asuntos profesionales parecen elaborados por una evolución algo compleja, o por lo menos trabajada, la progresión de los protagonistas a nivel personal no deja de ser un ensayo de modelos adolescentes».
En el orden de las actuaciones complementarias, las de Philype Phoenix (Fatim) y Come Levin (Eddy), los otros forenses y la nueva jefa del equipo legal, la doctora Vesinet (Caterine Murino) presentan esquemas de probada eficacia; en tanto el policía Delgado (Yannig Samot) va quedando al pairo por su grisura.
¿Exigencias desmedidas las del crítico? Puede ser. Balthazar entretiene, quién lo duda, pero cede. Ya veremos qué sucede con la quinta temporada. Solo adelanto que las casas productoras se resisten a que sea la última.












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Manuel Ventura Martínez campos dijo:
1
11 de abril de 2023
11:15:52
Yaimi Rojas dijo:
2
11 de abril de 2023
11:28:22
Max dijo:
3
11 de abril de 2023
12:07:37
Ileana dijo:
4
11 de abril de 2023
14:24:26
Mayelin dijo:
5
12 de abril de 2023
13:57:57
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