ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
El escritor inglés Mick Herron. . Foto: tomada de The Observer

Quien busque la clonación de James Bond en la saga audiovisual Caballos lentos, cuya segunda temporada comenzó a proyectarse el último domingo en el espacio Alto impacto (Multivisión), que no pierda su tiempo.

Los protagonistas de la serie nada tienen que ver con el agente 007, aunque en el capítulo inicial de la primera temporada, como para atrapar al telespectador acostumbrado a los códigos impuestos por las versiones fílmicas del personaje ideado por Ian Fleming, el joven e intrépido Cartwright se ve envuelto en una secuencia de abundante acción.

La efectiva fórmula se repite en la nueva temporada, cuando un fantasma del pasado revive ante las pupilas de un hombre que cierra intempestivamente la puerta de la sex shop que atiende en un barrio londinense y, luego de un seguimiento aderezado por el suspenso a lo largo de la ciudad, muere aparentemente de un infarto cardíaco en un autobús.

No es que después falte adrenalina, sino que la intriga va por otro rumbo, que deconstruye, en buena medida, los tópicos del género: Caballos lentos muestra una cara nada complaciente del mundo del espionaje. En la primera parte, los reflectores arrojan luz sobre una zona oscura del servicio de contrainteligencia del Reino Unido, el MI5, la de los agentes venidos a menos y las conspiraciones internas fraguadas para favorecer posicionamientos y liderazgos espurios; mientras en la segunda, por lo visto en el punto de partida, el foco se centra en reavivar rescoldos de la Guerra Fría.  

Las palmas se las lleva un personaje que está haciendo época en la renovación de las claves de la narrativa audiovisual de la temática: Jackson Lamb, quien al frente de la unidad de fracasados agentes del MI5, destila amargura, escepticismo y humor cáustico. Adicto a la bebida, de hábitos higiénicos descuidados, prepotente y soez con sus subordinados, no deja de hacer su trabajo ni de nadar contracorriente entre los entresijos del poder. La imagen de Lamb se sostiene en un ejercicio artístico de primerísimo orden, el de Gary Oldman, camaleónico y concienzudo actor inglés. Y la perspectiva de su proyección tiene su fundamento en el original literario, las novelas del inglés Mick Herron.

En 2010 apareció la primera novela de la serie Slough House (nombre de la casa de los defenestrados, algo así como La casa de la ciénaga), justamente la titulada Caballos lentos. Desde entonces hasta ahora, Herron   ha publicado ocho narraciones con Lamb como protagonista. La segunda, Leones muertos, es la que precisamente sirve de argumento de la temporada que actualmente se muestra en las pantallas cubanas.

Herron es considerado por la crítica como un continuador de la línea de Graham Greene (Nuestro hombre en La Habana) y John Le Carré (El espía que vino del frío), dada la distancia que pone entre el ideal y la realidad de los servicios de espionaje y la dotación de elementos reflexivos a la intriga detectivesca.

Durante una reciente entrevista, Herron declaró: «Le Carré en su tiempo; yo en el mío. Lo más peligroso del mundo está en el auge de la ultraderecha y los nacionalismos, y en el riesgo que de la Guerra Fría se pase a una caliente, en detrimento de la especie humana».

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