«Hay cubanos que no gustan ni comparten el arte del ballet, pero no hay cubano que deje de reconocer a Alicia Alonso como uno de sus símbolos», expresó Pedro Simón, director del Museo Nacional de la Danza, compañero por décadas de la singular bailarina, y autor del libro Alicia, glorias y escuela, presentado el viernes en la sede de la Uneac. «Porque Alicia es Cuba», remató Miguel Barnet.
Ediciones Cubanas solicitó a Simón un breviario que condensara la vida y obra de la fundadora del Ballet Nacional de Cuba (BNC), y este asumió el reto. Como para colocar las cosas en su sitio, completó la entrega con un par de palabras: Apuntes biográficos.
En efecto, no es una biografía, pero sí una plataforma, como subrayó Barnet, imprescindible para dilatar la encomienda de plasmar una necesaria biografía completa, abarcadora y exhaustiva de una de las artistas más sobresalientes de la cultura cubana contemporánea con proyección universal. Maryxohit Vega, directora de la editorial, calificó la propuesta como aspiración cumplida: un texto al alcance de todos.
Se alzan las voces de críticos, admiradores, colegas y poetas. Galina Ulánova, Maurice Béjart, Arnold Haskell, Clives Barnes y Rudolf Nuréyev, entre la gente de mundo y medio que la apreciaron. Alejo Carpentier, José Lezama Lima, Alfredo Guevara, Mirta Aguirre, Fina García Marruz, Dulce María Loynaz, el propio Barnet y Juan Marinello, entre los cubanos. De este último, proviene el título: «Alicia Alonso ha hecho gloria, pero también escuela».
Su autor apeló a un ejemplar ejercicio de síntesis para que no quedara fuera la poliédrica personalidad de Alicia: bailarina, coreógrafa, primera figura del American Ballet Theater, origen y destino del BNC, pilar de la Escuela Cubana de Ballet, maestra, promotora cultural, lideresa natural. Revolucionaria en el arte y la vida.
Al texto lo acompañan fotos para nada casuales. Las imágenes, grávidas de belleza, marcan hitos, testimonian momentos singularísimos, muestran la relación y el impacto de Alicia en el espectro danzario mundial.
Con emoción asistieron los asistentes a la presentación, entre ellos Luis Morlote, presidente de la Uneac, y Fernando Rojas, viceministro de Cultura, a los recuerdos desplegados por Barnet al actualizar en su memoria la noche en que Alicia electrizó al auditorio que concurrió, en 1984, a la función de gala de la danza por el centenario de la Metropolitan Opera House, de Nueva York: «Yo estaba en el último balcón y desde allí dije con todas mis fuerzas: ¡Viva Alicia! ¡Viva Cuba!».












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